Las plagas y la sequía acaban con miles de pinos en Málaga
Expertos botánicos destacan el impacto de las altas temperaturas como principal amenaza para ellos, seguida de la presencia de insectos que aprovechan "esa debilidad"
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Los pinos de Málaga, en especial el pino carrasco (Pinus halepensis) residente de zonas costeras, han afrontado en los últimos años las consecuencias de la sequía y la subida continuada de temperaturas provocada por el cambio climático. Ello, según apuntan expertos botánicos de la Universidad de Málaga, se ha traducido en unos altos niveles de mortalidad en esta y otras especies de alta montaña, que necesitan de una mejor gestión forestal, también para evitar que sean presa de las plagas cuando muestran signos de "debilidad".
"La superficie del suelo se está calentando, aunque ahora se esté deteniendo por las últimas lluvias, la mortalidad se ha producido fundamentalmente durante el año pasado en pinos de los alrededores de Málaga, desde Gibralfaro, toda la zona de los Montes de Málaga hasta llegar a la Fuente de la Reina o en los cercanos a Parcemasa, incluso en la Sierra de Torremolinos. Su proyección de vitalidad es muy baja, van a morir muy rápidamente", alerta a este periódico, el botánico Enrique Salvo Tierra.
En concreto, según expone el experto, es el calor el que reside en los suelos de la montaña y acaba afectando a árboles y arbustos mediterráneos por la "ausencia de lluvia" continuada, y las temperaturas muy altas "con veranos cada vez más largos y otoños más cortos", lo que acaba afectando a la salud de estas especies, y, por tanto, a la proliferación de plagas.
Plagas, en momentos de debilidad
Con ello, la mayor presencia de insectos "perforadores", que suelen provocar agujeros en los árboles y devorar su interior, sucede "ante la debilidad del árbol" propiciada por estas condiciones climáticas, y llega a empeorar su situación hasta provocarles la muerte en algunos casos: "Van a aparecer, por ejemplo, algunos gusanos que taponan, entre comillas, las arterias por donde va la savia bruta y la savia elaborada", explica Salvo.
Como ejemplo, el botánico señala el caso de los Montes de Málaga, donde habita una gran masa forestal y se han apreciado "picaduras de insectos" que generan "escobas de bruja" -formaciones anormales de crecimiento denso y desordenado en las ramas, causadas por hongos, fitoplasmas o virus, y a veces por insectos u otros parásitos-. Así como, en el caso concreto de los pinos, "la rápida muerte" provocada por la falta de "capacidad de absorción", cuando los insectos atacantes acaban con su fluido de circulación (su savia).
"En condiciones normales si el árbol está resistente, tiene armas químicas suficientes como para evitar cualquier agresión. Pero si ocurre en estas condiciones de debilidad, desde una picadura de algún barrenador (insectos que atacan al interior del árbol), rápidamente el efecto se va a extender de una forma muy sencilla", apunta.
Entre los insectos presentes y amenazantes para estos árboles, destacan las orugas procesionarias más presentes con temperaturas cálidas que instalan sus nidos en los pinos e influyen directamente en su vitalidad. También, las larvas o pequeños escarabajos como los "xilófagos", aquellos que se alimentan de su madera o savia. Por ejemplo, el escarabajo barrenillo, el cual construye "una galería" dentro del tronco y "acaba con su ciclo de vida", según describe, por otra parte, el técnico y botánico Jaime Pereña, quien considera "que puede ser lo más peligroso ahora mismo".
Con ello, Pereña insiste en que el ataque de estas plagas de insectos se debe a "un daño colateral" provocado por una situación de "estrés", bien por el "sobrecalentamiento del suelo", o por "la falta de agua", que altera "sus defensas" y les expone a enfermedades, en un contexto arrastrado "desde hace años".
"Hay un decaimiento, una muerte altísima de muchos 'pies' por todas estas causas. El sobrecalentamiento del suelo destruye la microbiota que hay en el suelo: hongos, bacterias, microorganismos, etcétera, porque lo fríe, y contribuye al estrés hídrico dejando a la planta superdébil. Esto se suma a que el pino no es una especie que tenga mucha capacidad de recuperación, sobre todo, si ha superado el umbral de deterioro, cuando ya está condenado", concreta el botánico.
Limpieza y cuidado de los montes
Ante la pérdida de ejemplares, ambos expertos insisten en la importancia de una actuación en los montes que promueva la supervivencia de los pinos como el carrasco, el más afectado, o el pino piñonero "que resiste un poco mejor". De igual modo, que también para otras especies autóctonas de árboles, como el pinsapo (Abies pinsapo) o los tejos (Taxus baccata) "muy afectados por el cambio climático" y muy presentes en la provincia, en los Montes de Málaga, Sierra de Mijas, Sierra de Tejeda o Serranía de Ronda, entre otros ecosistemas forestales.
"Las más afectadas son esas masas de pinar que están más cerca de la costa, en la cara sur, como puede ser la zona de pinares de la Axarquía o de la costa occidental de Málaga, pero siempre los que están desde el nivel del mar hasta los 500 o 600 metros de altitud, donde menos llueve y donde más calor hace", insiste Pereña.
Para prevenir el problema, es preciso plantear "eliminar los pies de los que están muertos y secos", pues son "un foco" de plagas y enfermedades, al atraer a los insectos que se alimentan de madera. Así, también "hacer un mantenimiento de los pinos" para que sean "más robustos y resistentes", y tener en cuenta que "las repoblaciones pueden afectar negativamente, porque hay mucha densidad de pinos en poco territorio y la competencia por el agua es mayor, lo que favorece la dispersión de la una plaga", aclara.
Sin embargo, respecto a ello, Salvo recalca que la situación se complica ante la existente "migración del monte a la ciudad". Ella provoca que se pierdan los "oficios forestales" que son los que, por medio del cuidado de animales en el medio rural, aportaban "cierta garantía" a los bosques y "empiezan a echarse en falta" ante "la necesidad de clarear estos montes", también para evitar la propagación de incendios, en su mayoría provocados.
"El fuego no debería ser un problema. El Mediterráneo está adaptado a vivir con él pero surge el inconveniente cuando se hace un mal uso de ese fuego y hay incendios forestales provocados. En condiciones normales nuestras especies están acostumbradas a rebrotar tras un incendio, pero no cuando son tan recurrentes", reseña Pereña.
Previsión de futuro
En cuanto a la previsión de futuro para estas especies, ampliamente afectadas por la sequía y la exposición a altas temperaturas, el técnico y botánico apela a que están estudiando modelos y posibilidades, pero resulta "impredecible" ante los continuos "trastornos climáticos" y presencia de "olas de calor, más intensas y prolongadas": "Vamos a depender de las lluvias tanto otoñales como primaverales, que son los dos periodos clave en los que tiene que llover. Si se mantuviera el patrón normal de un clima mediterráneo, se podría salvar lo que queda de Pinar. Hay modelos que dicen que vamos a quedarnos como estamos, y otros que dicen que vamos a peor. La propia fisionomía y estructura de los matorrales parecen indicar que van a resistir mejor que las especies arbóreas, pero son aproximaciones y hay que seguir trabajando de manera constante, veremos qué ocurre realmente después".
Mientras, Salvo augura proyecciones a largo plazo "más negativas" teniendo en cuenta "el aumento de la temperatura media, que es muy grande" y, por otra parte, que el efecto 'refresco' "que podemos tener del mar durante la noche, ya no se está produciendo, sino que hay una alta humedad y se están repitiendo noches tropicales y ecuatoriales". Así, hace hincapié en que ya se ve como "poco a poco", y en base a estas circunstancias, "las especies de montaña van subiendo en altura" por el calor. Ejemplos de ellos son el palmito (Chamaerops humilis), o los cultivos vinícolas, cada vez en superficies superiores.
"Necesitamos mantener esa masa arbórea porque gracias a ella, la temperatura de Málaga no sube dos grados más de media anual. Somos excedentarios en cuanto a secuestro de CO2, en la ciudad tenemos emisiones de tráfico y del propio aeropuerto, y esos montes van a ser capaces de absorber prácticamente todas ellas", concluye el botánico.
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