Vinos de tierras albarizas de Jerez con elaboración y crianza rondeña
Viticultura
El enólogo, Juan Bernal, lanza su proyecto más personal en el que une su origen gatidano con su tierra de adopción
También lazará un vino blanco a base de uva Malvasía, una rareza en la Serranía rondeña
Juan Bernal, enólogo de la bodega rondeña rondeña Joaquín Fernández, ha lanzado su proyecto más personal para poner en el mercado su propia marca de vinos elaborados y envejecidos en Ronda pero a base de uva cultivada en el pago Carrascal de Jerez. Unos vinos de autor que unen en un mismo producto sus raíces gaditanas de nacimiento y su tierra de adopción en la que se desarrolló como profesional tras pasar por Burdeos o Brasil.
Unos vinos cuya uva es cultivada en un ambiente marino sobre tierra albariza a entre 50 y 70 metros sobre el nivel del mar y que se transforman en la ciudad del Tajo a una altitud de unos 600 metros, y es que sostiene que su elaboración en Ronda le permite hacerlo con una mayor estabilidad y control.
Precisamente, frente a la estabilidad que asegura que le ofrece su elaboración en la zona de Ronda se contrapone la compleja vendimia que asegura que se produce en la zona de Jerez. “La vendimia allí es muy complicada, el levante se lleva la uva de un día para otro”, es que se trata de uvas que tienen una piel mucho más fina que las producidas en la Serranía en las que la planta sufre un mayor estrés durante el año.
En concreto, han sido tres los vinos tintos que ha lanzado al mercado, encontrándose entre ellos dos monovarietales a base de Tintilla de Rota y Malbec, a los que se suma un tercero a base de Syrah, Pinot Noir y Malbec, todos ellos con una crianza de 16 meses en barrica.
Además, se encuentra próximo a salir al mercado su primer blanco, que en este caso sí ha sido elaborado con uva Malvasía procedente de unas 700 plantas que son cultivadas en la bodega rondeña. Se trata de una auténtica rareza, ya que es una uva con muy poca presencia en la zona y que es habitual en otras latitudes como las Islas Canarias, una región con unas condiciones climáticas que nada tienen que ver con las que se registran en la Serranía de Ronda.
En todos los casos se trata de vinos de autor con producciones muy limitadas, y es que en el mejor de los casos se han elaborado 2.000 botellas.
“Son el resultado de lo que pienso que debe ser un buen vino tras muchos años de trabajo”, explica Bernal, que asegura que buscó obtener unos vinos ligeros pero que tengan personalidad y dejen su propio sello cuando entran en boca. Para ello han sido sometidos a una maceración media de entre 7 y 9 días para realizar la crianza en barricas de 500 litros
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