Entre bambalinas

El Corpus invisible

  • Llega una de las festividades católicas más importantes del año y Málaga parece que no consigue dar el empaque que se merece

El Señor de la Sagrada Cena preside el altar mayor de la parroquia de Santo Domingo junto al apostolado.

El Señor de la Sagrada Cena preside el altar mayor de la parroquia de Santo Domingo junto al apostolado. / José Miguel Ramírez (Málaga)

Dicen que hay tres jueves en el año que relucen más que el sol: Jueves Santo, Corpus Christi y el día de la Ascensión, pero esta vez no se cumplió el dicho, no solamente porque el cielo amaneció encapotado y blanco, sino porque Málaga vivió de nuevo una de las festividades más importantes del calendario cristiano sin mayor repercusión. Esta jornada, que se celebra 60 días después del Domingo de Resurrección, nos recuerda la institución de la eucaristía.

Varios templos de la ciudad celebraron la santa misa, incluso el obispo Jesús Catalá oficia hoy la ceremonia religiosa en la Santa Iglesia Catedral a las 11:30 para conmemorar esta solemnidad. Al finalizar la misa, el escuadrón de clarines de la Banda de Cornetas y Tambores de Santa María de la Victoria realizará los toques de fanfarria en el patio de los naranjos.

Pero no es suficiente, la festividad del Corpus Christi pasa desapercibida en una ciudad que se desvive en Semana Santa con sus sagrados titulares y los desfiles procesionales. Tal vez los cofrades se olviden de lo verdaderamente importante de todo esto. Algunas ciudades pudieron procesionar la carroza de la Santa Custodia por las calles de la ciudad, que por cierto va a ruedas, pero Málaga se quedó por segundo año sin culto ni acto externo en la mañana de este domingo.

Bien es cierto que no se debe desvirtuar el significado de esta celebración y edulcorar su culto principal con procesiones u otro tipo de actos que lo eclipsen. Pero todo, en su justa medida, podría ayudar a realzar unas jornadas que Málaga vivía con intensidad en tiempos pasados, y que antes de la pandemia estaban aletargadas. Prueba de ello residía en la cantidad de altares que decenas de colectivos montaban con especial entusiasmo y la afluencia de público en la procesión anual del Corpus.

En los años previos a la irrupción de la pandemia, pocas estructuras efímeras podían verse por las calles del centro y menos público aún en el desfile. Sin embargo, para disfrutar del regreso del Señor de la Sagrada Cena a la iglesia de los Santos Mártires en su trono de traslado, acompañado por la Banda de Cornetas y Tambores de la archicofradía del Paso y la Esperanza, no cabía un alfiler.

Algunas hermandades como las reales cofradías Fusionadas, la archicofradía de la Expiración, la hermandad de la Sagrada Cena y las corporaciones que residen en la céntrica iglesia de Santiago sí que celebraron el triduo Eucarístico durante la semana. Otras como la hermandad sacramental de Viñeros, además de montar un altar en el interior de su iglesia, realizaron una adoración al Santísimo y el Adoremus. Ahora es necesaria la participación activa de los hermanos en estos cultos y su difusión por esas redes sociales que tanto potencial tienen.

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