Entre bambalinas

Dictar sentencia

  • Una veintena de corporaciones están inmersas en el calendario electoral para elegir sus juntas de gobierno de los próximos cuatro años

Nuestro Padre Jesús de la Sentencia.

Nuestro Padre Jesús de la Sentencia. / Javier Albiñana (Málaga)

La vida es demasiado corta como para quedarse con las ganas. Los proyectos están para soñar y luchar por materializarlos. Pero deben ser intenciones sólidas basadas, en este caso de las hermandades y cofradías, en la fe cristiana y en la total cohesión entre los hermanos. En estas semanas, los hermanos de las corporaciones están llamados a las urnas para dictar sentencia y elegir a las personas que compondrán sus respectivas juntas de gobierno y regirán las cofradías en los próximos cuatro años.

La vida es demasiado corta como para malgastar el tiempo. Poco bien hacen los intereses individuales frente a los comunes en las hermandades de Málaga, parece que con la pandemia hemos aprendido un poco la lección, pero no hay que desviarse del camino correcto. No todo se basa en las procesiones y en el culto externo, al fin y al cabo nunca se sabe cuando puede llegar una pandemia que ponga verdaderamente en valor lo importante: la solidaridad y el compromiso.

La vida es demasiado corta como para ensimismarse con el futuro y descuidar el día a día. Los proyectos empiezan hoy, y deben ir encaminados a una visión de futuro, pero los cimientos se deben construir poco a poco en cada día de las actuales legislaturas. De nada sirve ensimismarse con crucetas, itinerarios y contratos con bandas si al final hay hermanos atravesando por situaciones difíciles a los que no se les puede atender.

La vida es demasiado corta como para quedarse con las ganas. Los hermanos, que sentencian con su voto, pueden ser muy diferentes y tener opiniones distintas sobre las gestiones de la hermandad en cuestión, pero hay algo que a todos los une por encima de todo y de todos. Esas personas encuentran en sus sagrados titulares motivos suficientes para seguir adelante, Ellos ofrecen ese aliento en las situaciones más adversas, alivio en el estrés del día a día, confortación en el desasosiego, y esperanza, que en Málaga se entiende como esa fuerza con olor a romero y tintes morados y verdes como la ciudad en sí misma.

La vida es demasiado corta como para dividir y crear opiniones contrarias en el seno de las corporaciones. Desde la semana pasada, José Manuel Álvarez en las reales cofradías Fusionadas y David Ruiz en la archicofradía del Huerto tienen el cometido de seguir remando junto a sus hermanos en la misma dirección. Porque parece que el tiempo se ha detenido desde hace un par de años, pero las hermandades de Málaga siguen avanzando. Ahí reside una de las grandezas de nuestras cofradías. Parece que no, pero ahí están cuando más necesarias son.

La vida es demasiado corta como para alejarse de lo que a uno le llena y le hace feliz. Las ideas siempre se pueden debatir, pulir y mejorar. No existe nada que pueda llevar a la total incomprensión y desapego en las cofradías si se cumplen debidamente todos esos valores cristianos. Ramón Varea en la cofradía del Rico, Álvaro Guardiola en el Amor, Agustín Soler en la Misericordia y Rafael López en la Sagrada Cena tienen por delante cuatro años de continuidad de sus anteriores juntas. Los hermanos son los que dictan sentencia, pues ellos se encargan de enaltecer a los miembros de las juntas de gobierno y aman por encima de todo a sus sagradas imágenes, las que siempre están ahí y permanecerán. Realmente Ellos son los que dictan sentencia.

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