El cielo azul que parecía anticipar un bonito Miércoles Santo pareció escuchar los rezos de los hombres de trono de Fusionadas para hacerles caso omiso y comenzar a chispear poco antes de su hora de salida. Cuando los portadores comenzaron a bajar al salón de tronos se sabía que la decisión era unánime: no iban a poder procesionar debido al mal pronóstico de tiempo y lluvia.

A las puertas de la casa hermandad, cientos de personas esperaban ansiosas algo que no sucedería y que se conoció anticipadamente por los paraguas que se iban abriendo en la plaza. Llantos tanto fuera como dentro, desilusiones manchadas por las gotas de lluvia y nazarenos que cambiaban el capirote por el chubasquero crearon la estampa que iba repitiéndose de templo en templo.

Las bandas de los respectivos titulares de Fusionadas tocaban a las puertas y saludaban a cada una de las imágenes en el que hubiese sido su orden de salida: Azotes y Columna, Ánimas de Ciegos, Exaltación y María Santísima del Mayor Dolor.

Unos tambores claros marcaban el paso de la esperada brigada paracaidista que acompaña a Ánimas y sus voces sonaban imponentes en la nublada tarde rezando el Padre Nuestro de los Paracaidistas. Poco después, hicieron un breve desfile hacía las calles aledañas donde realizaron algunas maniobras a modo de exposición con una sonrisa en la cara y encantados de poder dar un soplo de alegría a un Miércoles Santo que pocas satisfacciones ha dado a los cofrades de Málaga.

Cuando la música cesó en la plaza las puertas de Fusionadas quedaron abiertas hasta las 23:30 para que todos los devotos pudieran admirar a las imágenes aunque fuese dentro tras el dindel de la puerta. El aire soplaba con tanto ímpetu que apagaba algunas velas de los tronos, que se encendían inmediatamente por los hermanos de la cofradía de la cofradía intentando dar luz a un día de sombras.