Pentecostés | Procesión Virgen del Rocío

El espíritu de Lagunillas

  • La Virgen del Rocío procesiona por su barrio en la festividad de Pentecostés

La Virgen del Rocío este sábado.

La Virgen del Rocío este sábado. / J. L. Pérez

Investigando entre los gastados lomos de la historia y las bases de datos digitales, el callejero de Málaga alberga el título de "Lagunillas del Rocío" para el principal vial de este entorno degradado y olvidado. La Virgen tiene la Victoria a sus pies, pero también cuenta con el privilegio de visitar a los pocos vecinos de la zona que le esperan por Pentecostés.

Y es que en ese Alzheimer cultural que Málaga sufre, queda algo de hueco para mantener vivas las pasiones y colgar de las alturas cadenetas de flores de papel y banderas de Andalucía por parte de unos hermanos que siguen volcados con la Virgen, aprovechando la ola que en 2015 dejó la coronación canónica. Con los sones de su Escuela de Música, cuyo nivel sigue en alza, salió la Virgen del Rocío desde su casa hermandad. Entre las hordas que piden estampas como si no hubiese un mañana, un nutrido cortejo avanzó hacia la primera parada: la petalada ofrecida al inicio de Lagunillas, donde se pudo ver a una mujer con velo en la cabeza dispuesta a participar de esta ofrenda, móvil en mano para captar el momento. Nada va contra la fe cuando consiste en participar de una costumbre.

Ya bajo la batuta de la banda de la Esperanza y ante la atenta mirada del eterno Pablo Ráez, el cortejo se adentró en Alonso Benítez para vivir, a horas tempranas, el encuentro de la Virgen con sus devotos entre vivas y flores, piropos y reflexiones, formas impostadas entre los cangrejos y compostura entre los cirios. Respecto al público, la peregrinación a Almonte y el partido del Málaga pesan demasiado y bajan la cifra en la jornada. 

Ya alcanzada calle Victoria, la Virgen del Rocío se encontró con las imágenes del Rescate en la capilla de calle Agua y, más adelante, tuvieron que hacer hueco en la banda para que una ambulancia cruzase camino de Pinosol. En el encuentro con la Patrona, un año después de la Magna del 26 de mayo, se mantuvo la tradicional ofrenda floral y el cortejo continuó para realizar, ya con la luz de la noche, los últimos metros antes de volver a su casa hermandad.

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