CON los termómetros rondando los 24 grados de temperatura y un cielo despejado, la Hermandad del Rescate protagonizó ayer el Martes Santo antequerano, durante una de las estaciones de penitencia que más pasiones levanta cada año en la ciudad del Torcal. Unos minutos más tarde de las 19:30 se abría la puerta de la iglesia de La Trinidad para dar comienzo al desfile, con cientos de fieles y curiosos haciendo guardia desde bastante tiempo antes para ocupar una buena posición y poder disfrutar de la salida de sus imágenes titulares.

Precisamente, el paso por las calles de las tallas de Nuestro Padre Jesús del Rescate y María Santísima de la Piedad suponen una de las notas características de esta hermandad, ya que desfilan en el orden inverso al habitual que puede verse en cualquier procesión durante la Semana Santa. Es la Virgen la que va por delante, seguida por el trono del Cristo, conocido popularmente en la ciudad como el Moreno de la Cruz Blanca.

Sin embargo, y como novedad este año, la imagen de Padre Jesús fue la primera en salir del templo portada por los horquilleros, aunque una vez en el exterior de la iglesia, el paso aguardaba hasta que la Virgen pisara la calle, para protagonizar juntos un emocionante encuentro entre madre e hijo. Fue sin duda de uno de los momentos álgidos de la tarde, antes de que la comitiva comenzara por fin su recorrido y el Cristo se colocara a la retaguardia del desfile.

La decisión de instaurar este inusual orden fue tomada por los responsables de la hermandad en 2010, debido al gran número de seguidores que lleva tras de sí cada año el trono del Cristo, muchos de ellos alumbrando a su paso con velas. Y es que, con la disposición tradicional, esta larga comitiva hacía que la imagen de la Virgen de la Piedad se quedara demasiado separada del resto, y el público tenía que hacer alarde de unas grandes dosis de paciencia para poder verla.

Caída la noche, el Rescate realizó una emotiva parada en la calle Toronjo, donde recordó al emblemático miembro de esta hermandad Manuel Sánchez, fallecido el pasado año y que a causa de una parálisis cerebral ya no podía acompañar a su querida agrupación, aunque cada Martes Santo siguió asomándose a su balcón al paso del desfile.

Otro de los rasgos más distintivos de esta procesión lo conforman el numeroso grupo de mujeres vestidas de mantilla que acompañan a la Virgen de la Piedad en su recorrido por las calles. Un recorrido en el que resonaron en varias ocasiones las saetas entonadas por diferentes fieles, que quisieron rendir su particular homenaje a los titulares.