Con el cielo completamente despejado y el sol asomando tras la Torre Sur, la Catedral anunciaba entre campanadas a la diez de la mañana el inicio de la procesión del Corpus Christi. En su interior, el obispo permanecía frente al altar pronunciando las últimas palabras de una misa que había comenzado una hora antes y que cobró vida por segunda vez al recorrer las calles de Málaga. Las sombras que tímidamente aparecían en el Patio de los Naranjos guardaban memorias de lo que unos meses antes se había vivido allí mismo durante la Semana Santa. Los primeros golpes de tambor de la banda de Cornetas y Tambores de Bomberos se acompasaban con el movimiento agitado de los abanicos del grupo de fieles que esperaba la salida de la carroza del Corpus, que este año ha sido decorada un año más por la cofradía de Dolores de San Juan.

Carroza Corpus Christi con Jesús Sacramental en su salida desde la Catedral

Los más pequeños, los últimos en haber recibido la Primera Comunión, fueron los primeros en el cortejo, engalanados con sus trajes blancos o de marineros. Tras ellos, múltiples bastones y estandartes representaban las distintas hermandades de Pasión y Gloria de la ciudad, así como de la propia Agrupación de Cofradías, estando presente durante todo el recorrido el presidente de la misma: Pablo Atencia. También han formado parte de la procesión la Adoración Nocturna Española, la Agrupación de Hermandades de Gloria, la Hermandad de Santa María de la Victoria, la Congregación de los Santos Patronos, el seminario y el los arciprestazgos de la diócesis, los coros diocesanos y catedralicios, los niños Seises y distintos cargos eclesiásticos, destacando al propio obispo, Jesús Catalá, que precedía a la custodia con Jesús Sacramental. 

El obispo de Málaga durante la salida del Corpus Christi

Con un retraso de minutos y portado con total solemnidad, aparecía entre el oscuro interior de la Catedral al son del Himno Nacional, tocado por la agrupación musical San Lorenzo Mártir de Viñeros, la carroza que resucitaba la fe y la tradición que acompañan a esta festividad. Con la excepción de la zona de los alrededores de la Catedral y calle Larios, donde se habían erguido altares para conmemorar esta festividad y rendir culto, como el de la Agrupación de Cofradías en la plaza de la Constitución, las calles de la ciudad estaban más llenas de la cera que derramaban las velas que de fieles. Los más devotos rezaban entre susurros al paso de la custodia y se situaban tras su palio a modo de promesa, mientras que quienes estaban más desconectados de esta celebración dirigían miradas atónicas sobre sus gafas de sol y emprendían de nuevo su rumbo.

Procesión del Corpus a su paso por calle Larios

El sofocante calor de la mañana, especialmente durante el último tramo del recorrido tras el paso por calle Larios, dejó estampas lejanas de la rigurosidad con la que se había comenzado la jornada, como un cortejo que no mantenía su formación y dejaba sin preceder a la carroza con la excusa de buscar la sombra más cercana. Con el sonido de las campanas de la Catedral repicando de nuevo en cada recoveco del centro pocos minutos después de las doce del mediodía, los aplausos de quienes aún se mantenían en la promesa se convertían en la banda sonora del encierro de la procesión, que daba paso al regreso de las imágenes de los altares a sus respectivos templos tras los cultos propios de la celebración del Corpus Christi.