Cuando el dolor se viste de caoba: Santa Cruz, luto del Jueves Santo en Málaga

Málaga se convierte en consuelo silente, recogiendo el llanto de una Virgen que camina bajo la sombra de un madero vacío

Santa Cruz en el Jueves Santo de Málaga, en imágenes

Santa Cruz en el Jueves Santo de Málaga, en imágenes
Santa Cruz en el Jueves Santo de Málaga, en imágenes / Ana Jiménez

En la penumbra dorada de un Jueves Santo, cuando el incienso se confunde con la brisa y la ciudad se sumerge en un silencio que pesa más que el tiempo, se abrieron las puertas de San Felipe Neri. Desde allí, la Virgen de los Dolores en su Amparo y Misericordia inició su caminar, envuelta en un aura de recogimiento y fe.

Sobre un trono de caoba, la cruz vacía se alzaba tras ella, símbolo de la ausencia y del duelo. Nazarenos de negro avanzaban en silencio, mientras la Banda Maestro Eloy García acompañaba con marchas solemnes que parecían susurrar antiguas plegarias. Los hombres de trono, rozando el suelo de la plaza con sus manos, sacaron a la titular mariana ante los ojos de los devotos asombrados. El público, en respetuoso silencio, observaba con devoción, mientras el incienso perfumaba el aire y la luz dorada del sol bañaba la escena.

La procesión avanzaba lentamente, marcando el inicio de una estación de penitencia caracterizada por el recogimiento y la fe silenciosa, contrastando con las demás. Una Virgen sin cuerpo de Cristo al que llorar, bajo la sombra de una cruz que cargaba con el peso del mundo, pero con una Málaga que la bañaba de flores en su trono y secaba las lágrimas a su paso por cada esquina.

En ese instante, la ciudad entera parecía recordar que “la muerte no llega con la vejez, sino con el olvido”, y al paso de la cofradía de Santa Cruz, nadie olvidaba.

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