Un Jueves Santo cumbre y pleno en Málaga
Cena, Viñeros, Santa Cruz, Vera-Cruz, Mena, Zamarrilla, Misericordia y Esperanza realizan magníficas procesiones en un día en el que miles de personas tomaron el Centro
Jueves Santo en Málaga: Y, por fin, la Legión
El Jueves Santo es el día más grande de la Semana Santa de Málaga. O, al menos, guarda para sí ese honor por la importancia y el peso histórico de las cofradías que procesionan, aunque bien es cierto que cada una de las jornadas de nuestra Semana Mayor encierra su propia personalidad, sus señas de identidad, al igual que ocurre con cada una de nuestras corporaciones nazarenas. Hay tantas formas de entender el hecho cofrade, el corte del desfile en la calle, la espiritualidad, la religiosidad popular, que difícilmente puede entenderse de una única forma. Hay miles de Semanas Santas, decenas de miles, tantas como cofrades y cada uno encierra en su memoria y en su corazón los mejores momentos que ha pasado viendo procesiones en nuestro Centro Histórico. Pero el Jueves Santo siempre suscita la unanimidad de todos los cofrades, es una jornada grande y el de 2025 ha sido sin duda pleno y supone una cumbre en nuestra historia local, porque miles de personas, vecinos y turistas, siguieron ayer el desarrollo de las procesiones por las calles de la ciudad.
Además, es necesario destacar que Sagrada Cena, Viñeros, Santa Cruz, Vera-Cruz, Mena, Zamarrilla, Misericordia y Esperanza realizaron magníficas estaciones de penitencia, sin que hubiera grandes retrasos, más allá de los problemas de movilidad que están provocando las calles aforadas o los lamentables hechos que protagonizan determinados bares sin dejar que los nazarenos y los miembros de las bandas vayan al servicio, siendo los principales beneficiados de la Semana Santa. También es cierto que la inmensa mayoría de negocios hosteleros están colaborando, pero hay dos o tres que no. Y una última nota que fue, tal vez, la noticia del día: la recuperación que hicieron de Carretería tanto Mena como Esperanza en sus respectivos itinerarios, volviendo al Perchel, ambas, por la calle más semanasantera de la capital. Así se honra la tradición, quedando ya lejos los incidentes protagonizados en esa calle, por ejemplo con aquella estampida al paso del Cautivo hace unos años. La reforma urbana a la que fue sometida la vía la ha revitalizado.
A desterrar, eso sí, la llegada de sillas plegables y de playa que obstaculizan la movilidad y, en una situción de pánico, podrían causar problemas. En definitiva, el Jueves Santo de 2025 ha sido un día grande, cumbre y pleno de personas y cofradías en la calle, sin que lloviera, sin viento ni frío. Sólo devoción y momentos estéticos de impagable belleza para ser inmortalizados por los fotógrafos y guardados en la retina de la memoria.
Cuando uno tiene que explicar mucho un asunto, es que este no está claro. Un exceso uso de semántica entorpece la comunicación. Pero si usted escucha la palabra Cena, en el contexto de la Semana Santa de Málaga, todo queda claro. Su interlocutor se refiere a una de esas cofradías que, al paso de sus dos tronos, genera frases del estilo “esto es Málaga”. Porque el rumor del Domingo de Ramos aún late en los corazones de estos cofrades que dejaron mucho de sí mismos junto a la estación de trenes y que hoy, en el día más grande, conocen la importancia de su magisterio cofrade, construido gracias a la cumbre estética y devocional de una hermandad que despide este año a uno de sus hermanos mayores míticos, Fali López Tazas. El capital más importante de la Cena, sin duda, es el humano.
El inmenso trono de Jesús de la Cena comenzó su estación de penitencia con una mecida dulce, con elegancia contenida. Salió con el Himno Nacional y, para dirigirse con parsimonia elegante hacia Fajardo, sonó ‘Estrella Reina del Cielo’, interpretada por la Agrupación Musical Jesús de la Redención de Córdoba. Este año se estrenaron dos túnicas del trono, entre ellas la de Judas Iscariote, y otras tantas marchas.
La Virgen de la Paz, antes de salir, era mecida con las marchas dedicadas al Señor mientras este avanzaba en Fajardo hacia Cisneros. Luego, inició su maniobra de salida con la marcha ‘Pax Malacitana’ enlazada con ‘La Madre del Salvador’, interpretadas ambas por la Banda de Música de la Paz. Luz y elegancia en el día más grande de Málaga.
Viñeros es otra cosa, otra historia, su propuesta de estética casi dieciochesca que se renueva cada Jueves Santo es una seña de identidad de la Semana Santa de Málaga. Su recorrido es ejemplo de personalidad y respeto a sus valores y carismas, y su impronta estética en la calle, aunque alegre, no pierde nunca el rigor ni el recogimiento. Varias notas destacables: efectivos de la Unidad Militar de Emergencias (UME) procesionaron este 2025 en Viñeros, magnífico y emotivo recuerdo de los damnificados y desaparecidos por la dana en octubre pasado. Asimismo, los arcabuceros que procesionan con Viñeros lo hacen en recuerdo de un milagro del siglo XVII. De la mano de Jesús de Viñeros cuelga la llave del Sagrario de la Catedral, uno de tantos privilegios.
Jesus de Viñeros, a eso de las seis y media de la tarde, y acompañado por la Agrupación Musical San Lorenzo Mártir, gababa metros en Cisneros camino del recorrido oficial. La banda interpretó ‘Alma de Dios’, con la talla envuelta en una espesa humareda de incienso, el olor de la fe. La Virgen del Traspaso y Soledad de Viñeros es una dolorosa de belleza abandonada al sufrimiento, serena en la adversidad, una madre que espera a su Hijo en la otra vida después de observarlo entregado a la muerte en el Gólgota. En un trono sin palio, porque no lo necesita, avanzaba hacia Cisneros desde Santa Isabel con la marcha ‘Llanto y Dolor’, interpretada por la Banda de Música Santa Cecilia de Sorbas (Almería), un discurrir premiado con una sonora ovación.
En la penumbra dorada del Jueves Santo, cuando el incienso se mezclaba con la brisa y la ciudad caía en un profundo silencio, las puertas de San Felipe Neri se abrieron, la Virgen de los Dolores en su Amparo y Misericordia comenzó su caminar, rodeada de fe y recogimiento. Sobre un trono de caoba, la cruz vacía la seguía, simbolizando el duelo. Nazarenos avanzaban en silencio, mientras la Banda Maestro Eloy García tocaba marchas solemnes. La procesión, llena de devoción, avanzaba lentamente, marcando una estación de penitencia que bañaba Málaga en flores y silenciosas lágrimas. En ese instante, la ciudad entera parecía recordar que “la muerte no llega con la vejez, sino con el olvido”, y al paso de la cofradía de Santa Cruz, nadie olvidaba.
Salió Vera+Cruz desde San Juan, cuando la luz se desvanecía y la tarde se apagaba, embriagando el alma en la espera. La procesión avanzaba, silente, como un río que se despoja de su eco sobre el pavimento empedrado frente a San Juan. Málaga, que respiraba Semana Santa, se entregaba a la cruz: penitencia, sacrificio, redención. Túnicas verdes, bajo la cruz de malta, eran la piel misma de la cofradía y historia. “Este no es su público”, susurró alguien en el bullicio. La luz del día no podía acoger la profundidad de la fe frente al bullicio. Vera+Cruz avanzaba hacia su destino, hacia la paz que solo los fieles conocían, con pasos fusionados que se entregarían a la noche.
La explanada de Santo Domingo se convirtió en un hervidero de emociones en uno de los momentos más esperados del Jueves Santo malagueño. A las 18:55 en punto, se abrieron las puertas de la casa hermandad de Mena para dar comienzo a una de las estampas más icónicas de la Semana Santa: la salida de la Legión con el Cristo de la Buena Muerte y Ánimas.
Tras el desfile de los nazarenos, los legionarios hicieron retumbar la plaza con sus cantos, culminando con el cuplé ‘El Novio de la Muerte’, mientras el crucificado de Palma Burgos, portado por 248 hombres de trono, se abría paso entre aplausos y suspiros. Poco después, el silencio se adueñó del ambiente para recibir a Nuestra Señora de la Soledad Coronada, que avanzó solemne y majestuosa, meciéndose con delicadeza al son de la música de su banda, desatando la emoción contenida del público.
La tarde se hizo eco de una historia profunda y que llenó de devoción y fe a un barrio. La cofradía de Zamarrilla se alistaba para su procesión, donde el incienso se mezclaba con las flores y el susurro de una antigua leyenda: la de Juan Zamarrilla, el bandolero que encontró redención en el manto de la Virgen. La rosa blanca que clavó en su pecho, transformada en roja, palpitaba aún en la imagen de la Amargura, atravesada por un puñal de perdón.
Mientras el trono avanzaba entre sombras y luces, cada paso era un latido de ese bandolero, un susurro de historia, un homenaje a la memoria de los siglos y como cobran vida a través de capirotes, velas y los dos titulares de la cofradía.
Jueves Santo en Málaga, Jueves Santo perchelero. La calle Ancha del Carmen es un hervidero de gente desde horas antes de la salida, a las ocho de la tarde, del Chiquito. Balcones engalanados, niños pidiendo estampitas, la Málaga que fue agitándose en la memoria de los percheleros y de quienes recuerdan al barrio.
Abría el cortejo la banda de cornetas y tambores de Bomberos, que anunciaba la llegada del Chiquito y su Madre con ‘El Legado’, marcha que arranca aplausos. La banda madre y maestra renovándose, una vez más. El nazareno se hace a la calle con dulzura, hay vivas y una casi imperceptible mecida que se eterniza en la tarde del Jueves Santo. Sale con el Himno, avanza hacia Ancha del Carmen con ‘Requiem’ y describe una curva soberbia con ‘El desprecio de Herodes’. La Virgen del Gran Poder, poco a poco, embocó la puerta de su casa hermandad con ‘La muerte no es el final’. La candelería completamente encendida, sin viento ni una nota que perturbase su serena claridad. Poco después, la dolorosa inició su estación de penitencia con el Himno Nacional, interpretada por la Banda de Música Cruz de Humilladero, que para la curva toca ‘Nuestra Señora del Gran Poder’. Ancha del Carmen se revoluciona con su dolorosa, la misma que escucha sus penas y sus plegarias. Aplausos, vivas y el galeón del Perchel al encuentro de Málaga entera.
El Jueves Santo en Málaga se impregnó del aroma a romero mientras la Esperanza volvía a las calles para reencontrarse con su pueblo antes de partir hacia Roma por el Jubileo. A las 21:30, la Archicofradía del Paso y la Esperanza abrió sus puertas, iniciando el desfile con la cruz de guía y los nazarenos morados avanzando con elegancia por la calle Hilera. Los monaguillos esparcían romero, creando un camino verde para la Madre. Con paso firme y majestuoso, el Nazareno del Paso se hizo a la calle, seguido por la música de la banda. Mientras tanto, en el interior de la casa hermandad, la Virgen de la Esperanza, la reina del Perchel, se preparaba para salir. El trono se levantó, y la ciudad, envuelta en vítores y aplausos, celebró la vuelta de su Esperanza, que volvió a llenar las calles de su ciudad de romero.
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