Del llanto al reencuentro: Málaga se arrodilla ante del Prendimiento este Domingo de Ramos
Tras la lluvia del pasado año, la cofradía recorrió las calles con paso firme y sereno
Domingo de Ramos en Málaga, en directo: Málaga se echa a la calle para vivir un gran Domingo de Ramos
La tarde se encendió de incienso y promesa en el barrio de El Ejido y entre las sombras doradas del centro, Málaga se abrió como un corazón sin paraguas ante el Jesús del Prendimiento y la Virgen del Gran Perdón.
El año pasado, la lluvia fue palabra que se dijo, camino que se anduvo solo en parte, un llanto contenido entre varales y balcones cerrados a la vuelta apresurada a la casa hermandad entre miedos, plásticos y vergüenza. Pero ayer la historia cambió su tono.
La música se convirtió en hilo conductor, en el ritmo que unían pasado y presente, creando nuevos recuerdos más alegres. Tras el Cristo, la Agrupación Musical Virgen de Gracia de Archidona marcaba el compás con marchas que resonaban en el alma mientras que tras la titular mariana, la Banda de Música Virgen del Rocío de Málaga envolvía el ambiente con sus melodías, tejiendo un manto sonoro que acompañaba cada pisada.
Prendimiento volvió a la calle en un Domingo de Ramos en el que reconcilió Málaga, seguido de la Virgen que a paso firme avanzaba calle a calle del itinerario hasta llegar al Centro. Iban despacio, sí… porque pisan con alma los pasos que el agua no dejó el año pasado. Cada esquina es un reencuentro, cada mirada, una oración sin voz solo rota por los comentarios de que así sí se sale.
Nazarenos de colores blancos salpicados de tonos rojos y azules en cada sección, como pinceladas picasianas, llenaban las calles: algunos con el calzado negro típico de estos trajes y otros muchos descalzos en señal de promesa. Entre ellos, la cera de las velas iba escribiendo su propio evangelio sobre el asfalto, como si cada gota llevara el peso de una súplica rezada desde hace más de 365 días.
Y Málaga se arrodilló al paso ante la hermandad de El Ejido. Sin capotes ni techos, porque supo que este año, al fin, el cielo no lloró.
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