Minutos antes de las siete de la tarde, decenas de personas se aglomeraban a las puertas de la iglesia de los Mártires de Málaga para ver la salida procesional de San Ciriaco y Santa Paula en el día en el que se conmemora a los Patronos de la ciudad de Málaga. Con los ojos puestos en un punto intermedio entre el pórtico del templo y un cielo gris, atípico en la ciudad a estas alturas del año, que amenazaba con lluvia desde la mañana, los devotos permanecían atentos a la llegada de las bandas que iban a tocar durante la procesión: la banda de Cornetas y Tambores de Nuestra Señora del Carmen, que habría encabezado el cortejo, y la banda musical de Zamarrilla, que habría tocado tras el trono de los santos. 

Como si se trataran de las campanas de la catedral, los tambores empezaron a sonar en el interior de los Mártires con completa puntualidad a las siete de la tarde a la vez que las primeras gotas mojaban el pavimento de la entrada al templo. El sonido de los paraguas abriéndose supuso el punto de inflexión en la decisión del hermano mayor de la Congregación de los Santos Patronos, Antonio Ortega, de esperar durante media hora por si las nubes daban un respiro. Con un calor sofocante en el interior de la iglesia y unos gestos serios, desde los monaguillos más pequeños hasta el más mayor de la cofradía, rezaban entre susurros para que escampara la tarde y poder sacar la procesión, que no todos los años se realiza.

El mismo ímpetu de la ciudadanía por ver a sus Patronos en la calle lo mantenía la lluvia, que de vez en cuando dejaba entrever algunos rayos del sol que habían marcado las jornadas anteriores. Bajo esa cúpula negra, la procesión tuvo que ser cancelada con el mayor de los pesares. El anuncio sacó algunas lágrimas de los presentes, que se apaciguaron ante las marchas que tocaron las bandas y las mecidas del trono al ritmo de algunos toques de campana en el interior de los Mártires, que permaneció abierto para que quien quisiera pudiera acercarse a los santos y rendirles culto en su día especial.