Semana Santa

El tradicional manto de flores de las Penas cumple 80 años este Martes Santo

El manto de flores de la Virgen de las Penas

El manto de flores de la Virgen de las Penas / Javier Albiñana

Una de las cofradías por excelencia del Martes Santo malagueño es la de la Hermandad de las Penas. La corporación procesiona en Semana Santa un imponente crucificado, salido de las gubias del imaginero hispalense Francisco Buiza Fernández, bajo la advocación de Agonía. La dolorosa de la cofradía, la Virgen de las Penas, es obra del carmonense Antonio Eslava Rubio. Esta imagen es una de las más importantes en su obra artística.

Son muchos los adjetivos y característica que definen a la hermandad. Desde la elegancia o el clasicismo del procesionar de la cofradía hasta la seriedad en su cuerpo de nazarenos, pasando por elementos como los servidores de librea o el trono de la Virgen. A pesar de toda su riqueza, el espectador tiende a obviar estos elementos de la hermandad para centrarse, por ser algo singular, en uno de ellos: el manto de flores de la Virgen.

Historia del manto de flores naturales de las Penas

Con una larga trayectoria, este elemento de carácter vegetal cumplirán 80 años este Martes Santo. Para la ocasión, será la hermana de la corporación, Charo Castillo Bellver, quien diseñe el manto que confeccionarán los jardineros del ayuntamiento. Su nombre se suma al de una larga lista de cofrades.

La historia del manto de flores se remonta al año 1944. Debido a la precariedad existente en el mundo cofrade (la mayoría de tronos tenían que salir cubiertos también con flores), la Hermandad de las Penas decidió encargar la elaboración de un manto de flores para la primitiva dolorosa. El manto de flores naturales que lució la Virgen fue confeccionado por el Jardinero Mayor del Parque. Según las crónicas de la época y los documentos de la cofradía, el manto midió ocho metros de largo.

Pasados los años, la hermandad decidió encargar un manto bordado a las monjas de los Santos Ángeles Custodios. Dada las cercanías de la salida penitencial, y tras comprobar que estas aún no lo habían concluido, la junta estableció un acuerdo de volver a procesionar con un manto vegetal. Como novedad, dada la falta de flores en 1948, el Jardinero Mayor del parque lo realizó con flores de azahar.

Manto bordado

En el año 1949 la hermandad pudo hacer realidad su deseo de procesionar con un manto de terciopelo verde bordado. Por diversas circunstancias, una de ellas las presiones ejercidas por los cofrades “contrarios al rigor nazareno”, tal y como narra la cofradía, que le cuestionan al hermano mayor de la época el uso de este manto, la hermandad deja de usarlo el Martes Santo. En 1957 se vende el manto a la Hermandad de la Columna de Daimiel. La dolorosa de las Penas volvería a procesionar con un manto de flores, y así hasta nuestro días.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios