Morante, matinal histórica en Nimes

El diestro de la Puebla corta tres orejas y un rabo en un mano a mano con Javier Conde, que se marcha de vacío

Morante, matinal histórica en Nimes
Efe / Nimes

24 de mayo 2010 - 01:00

GANADERÍA: Toros de Juan Pedro Domecq, de desiguales hechuras y en conjunto bravos y nobles.. TOREROS: Javier Conde, silencio tras aviso, saludos y silencio. Morante de la Puebla, oreja, ovación tras aviso y dos orejas y rabo. INCIDENCIAS: Plaza de toros de Nimes. Tres cuartos de entrada.

El diestro sevillano José Antonio Morante de la Puebla cortó tres orejas y un rabo en la corrida de Juan Pedro Domecq de la Feria de Nimes, de donde salió por la Puerta de los Cónsules entre aclamaciones de "torero, torero". Se lidiaron, en corrida matinal, toros de Juan Pedro Domecq. Todos fueron bravos y nobles, los cuatro primeros justos de potencia, los dos últimos siendo superiores y más completos tanto para el ganadero como para los toreros.

Javier Conde no se acopló con su primero, se esforzó con el tercero que le infligió una voltereta y no aprovechó el gran quinto por falta de entrega.

Morante estuvo muy decidido toda la tarde. Logró una faena toda de armonía y clase frente al segundo, tuvo que abreviar con el cuarto bis que fue flojo y protestado, y luego ocurrió el acontecimiento más importante de lo que va de feria. Salió bravo y noble el toro de Juan Pedro, que tropezó un pelín al principio. Morante pidió una silla, dio dos por alto sentado en la misma, y luego, en el centro del ruedo y después de poderle por abajo, impuso al de Juan Pedro una faena de larga duración y de acople perfecto. Faena increíble de temple, con una despaciosidad inaudita en esta plaza y en muchas otras; faena de sentimiento que encandiló al público nimeño, a medida que los muletazos se iban encadenando sin solución de continuidad; pura poesía la faena de Morante, rematada sentándose al final otra vez en la silla para ver morir el toro a sus pies después de gran estocada.

Locura colectiva, vuelta apoteósica con el rabo en la mano y salida majestuosa por la Puerta de los Cónsules de Roma.

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