Las Ventas | Vigesimoséptima corrida de la Feria de San Isidro

Terrorífica cornada a Román y toreo con gusto de Curro Díaz

  • El valenciano es herido de máxima gravedad en el muslo derecho a cambio de un espadazo tras una gran faena con verdad

  • El linarense torea con sumo gusto

La terrorífica cornada del tercer toro a Román en su muslo derecho, que cayó herido muy grave.

La terrorífica cornada del tercer toro a Román en su muslo derecho, que cayó herido muy grave. / Ballesteros / Efe

En la vigesimoséptima isidril se vivieron las dos caras de la Fiesta. El drama, con una cornada terrible que sufrió Román y la belleza del toreo de Curro Díaz. Ambos fueron premiados con sendas orejas. La de Román, herido en la suerte suprema, la recibió su cuadrilla, mientras el valenciano había ingresado en la enfermería para ser operado.

Román salió a morder en su primer toro. Se la jugó de verdad ante este tercero, un castaño, cinqueño, astifino, con temperamento. El diestro, tras una faena en la que derrochó un valor descomunal se tiró a matar o morir y en décimas de segundo el burel le propinó una cornada de órdago en su muslo derecho a cambio del espadazo. El torero giró sobre si mismo cabeza abajo. Al estrellarse en la arena, Román se agarró al muslo para taponar el chorro de sangre. Las asistencias le llevaron de inmediato a la enfermería y el público quedó conmocionado. Cuando apuntillaban al toro, su cuerno derecho, teñido de sangre, brillaba como una huella maldita de lo sucedido. El público pidió la oreja y el presidente concedió el merecido trofeo que recibió Raúl Martí, de su cuadrilla. Con anterioridad, el astado había derribado en el primer encuentro al picador Santiago Morales Chocolate y se empleó en un segundo puyazo. Hizo pasar las de Caín a los banderilleros, cogiendo a El Sirio, que se libró de milagro de una seria cornada. El presidente no cambió de tercio hasta ver cuatro banderillas prendidas, como exige el reglamento,sin tener en cuenta que se habían desprendido un par de ellas. Ante tantas pasadas en falso, el toro se maleó.

El sevillano Pepe Moral, silenciado en su lote en una difícil corrida de Ibán

Román, a tumba abierta, apostó al máximo. Con la derecha, se cruzaba y en cada muletazo se la jugó en tandas cortas, aguantando frenazos. Por el izquierdo, el toro huyó tras sentirse podido. Una gran faena por su descarnada verdad y entrega antes de la gravísima cornada.

Curro Díaz reaccionó tras este mazazo como un torero. Y con el cuarto, afortunadamente con nobleza, desarrolló su tauromaquia de sensibilidad, temple y gusto. El diestro linarense, tras lucirse con el capote, brindó su faena a Román, colocando su montera en tablas, frente a la enfermería. Una faena en honor a su compañero herido en la que brilló con la diestra en varias tandas en las que la suavidad en los muletazos, con algunos desmayados fueron ovacionadas. En la inspiración, engarzó una capeína y un cambio de mano del que brotaron oles. El toro ya no tuvo prácticamente cuerda para embestir por el izquierdo. El jiennense mató de estocada y cobró una merecida oreja.

El primer toro fue devuelto tras perder en tres ocasiones las manos y fue sustituido por un sobrero de Montealto, serio y peligroso, que cabeceó tras la muleta. Curro Díaz, junto a las rayas para evitar el viento, se empleó en un trasteo que quedó en un intento por limar los defectos del astado.

Con el sexto, que lidió por Román, Curro Díaz estuvo notable ante un animal incierto. Se la jugó y brilló con la izquierda, logrando naturales preciosos, de frente y de bella factura. Con la derecha también trazó buenos pases. Una faena que remató de pinchazo y estocada algo caída.

Pepe Moral cumplió en primer lugar ante un toro de nota, bajo, musculado, con nobleza, que se empleó en varas, sangrando mucho lo que incidió para que fuera a menos. Apretó en banderillas. El palaciego, que en el capote toreó con suavidad andándole hacia atrás, comenzó la faena toreando por bajo, con muletazos genuflexos. Con la diestra dio dos series notables, con pases largos. Por el izquierdo, el astado se apagó de inmediato.

Con el quinto, complicado, Pepe Moral concretó un trasteo sin transmisión dando un mitin con los aceros.

El espectáculo quedó marcado por la terrorífica cornada a Román y ese espléndido toreo a cargo de un artista de lujo como es Curro Díaz en esa doble faz que ofrece La Fiesta.

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