EL REPASO

Una oportunidad de oro, aprovechada a medias

Cuadrillas tras romperse el paseíllo en la plaza de la Maestranza.

Cuadrillas tras romperse el paseíllo en la plaza de la Maestranza. / Álvaro Pastor Torres

El inicio de la semana taurina deja atrás el arranque de San Isidro, la feria de Valladolid y el grueso de la feria de Jerez mientras apunta a otros ciclos de distinto peso que pivotarán en torno al próximo fin de semana a la vez que avanza la pesada maquinaria del serial madrileño, que devora el resto de la actualidad. Apunten en la agenda las ferias de Osuna o la de Córdoba; no se pierdan algunas de las citas venteñas por la tele… La temporada navega a todo trapo mientras se registran, tarde tras tarde, excelentes entradas en los tendidos que sirven de certificado del interés, la vigencia y la actualidad que despierta el hecho taurino en una sociedad cercada por la mercancía averiada de los lobbies animalistas y veganos.

Hay que ser fuerte, tela de fuerte para soportar esa lluvia fina que impregna todo, las zancadillas de ciertos sectores políticos y hasta el ninguneo mediático de un mundillo que más allá de los archisabidos y cacareados valores ecológicos, económicos y culturales o la milonga de Lorca y Picasso implica toda una manera de ver y vivir la vida y nos conecta con una ancestral relación con el agro. Pero estos llenazos no pueden deslindarse de la hermosa reacción coral que ha seguido a la arbitraria e injustificable prohibición del Premio Nacional de Tauromaquia por parte del tal Urtasun que, visto lo visto en Cataluña, debe aprovechar bien lo que le queda en el convento. Puestos a bromear habría que darle el premio al propio ministro que ha conseguido lo que no había logrado hasta ahora ningún taurino: unir a las tribus de un sector que suele andar a garrotazos. Se le reconoce el mérito, señoría.

Unos carteles sin pulso ni argumento

Pero mientras andamos tan encantados de habernos conocido, con el público llenando plazas, la gente hablando de toros, la posibilidad de enfrentar a toreros que darían sal y son a un escalafón avejentado, la necesidad de alentar, promover y promocionar nuevos valores, de brindar alicientes a los públicos… nos encontramos, una a una, ferias de argumentos manidos y decepcionantes. Los sucesivos ciclos presentados, sin ser capaces de abstraerse del cortoplacismo y el dictado del comisionismo taurino, enseñan combinaciones sin interés, oportunidad, ni el más mínimo argumento. Resumiendo: se está desaprovechando una oportunidad histórica.

Podemos explicarlo aún más: el balón está botando, la gente tiene ganas de toros y hay determinadas formaciones políticas y gobiernos locales y autonómicos dispuestos a dar cancha al mundo de las sedas y los oros y la sangre de los toros aunque, ojo, hay que tener cierta prevención por este interés en lo taurino para separarlo del mero oportunismo político. Más allá de todo eso, con un panorama económico y social mucho más favorable de lo que quieren pintar ciertos medios interesados, nos encontramos con un amplio sector de la patronal del toreo siguiendo el dictado de cierto despacho en el que se hacen y deshacen los carteles patrios y se mantiene con vida a matadores perfectamente amortizados.

De las ferias presentadas en las últimas fechas sólo hay una que se escapa de la quema. Es el de Azpeitia. El serial se está convirtiendo en un auténtico acto de culto que gana adeptos año tras año. La cita se ve reforzada por la coquetería del escenario, el poder de su gastronomía y hasta los alicientes del entorno. El de Morante, Luque y Juan Ortega es un cartelazo; aquí y en Pekín. Pinta, con un año de antelación, la combinación que debería oficiar de mascarón de proa en el abono sevillano de 2025. Luque, por cierto, repite en la atractiva y ajustada feria de la localidad guipuzcoana alternando con Urdiales y Borja Jiménez –un torero que debería contar para todas las ferias- para despachar una ración de grises de Ana Romero. También hay concesión a las huestes más toristas y la cuota juvenil: Clemente, Colombo y Jorge Martínez –cuidado con este torero de Almería- pecharán con los ‘murteiras’. Ni Rastro de Manzanares, Castella ni Talavante. Una feria sin ellos es posible. Seguramente también oxigenante.

De la final del Circuito y el Día Internacional de la Tauromaquia

Toca cambiar de palo, felicitando efusivamente a Alejandro Mariscal Ruiz, flamante y justo ganador de ese V Ciclo de Novilladas de Andalucía -organizado por la Fundación del Toro de Lidia en colaboración con la Junta de Andalucía y con el apoyo de varios patrocinadores providenciales- que ha cubierto los objetivos marcados con nota alta. Se han abierto plazas del circuito rural; se han lidiado reses de seis ganaderías andaluzas; se ha dado una oportunidad de oro a los chavales… pero sobre todo se ha sabido crear un ambiente y un necesario espíritu competitivo que se tradujo en la excelente entrada registrada este domingo en la plaza de la Maestranza, escenario de lujo para la final. La novillada de Bohórquez, seguramente, no fue la mejor hoja de examen pero la entrega de los tres finalistas, más allá del justo resultado, fue encomiable. Toca seguir.

Vamos cogiendo la puerta, recordando que el próximo jueves, que es 16 de mayo, se celebra el primer Día Internacional de la Tauromaquia. La conmemoración se va a estrenar calentada por los rescoldos de esa prohibición que ha marcado el guión de la información taurina en las últimas fechas. Es el día que se recuerda la trágica muerte de Gallito en Talavera de la Reina en las astas de Bailaor, el torete burriciego de la Viuda de Ortega que también escondía, hace 104 años, algunas miserias del negocio, aliadas con los manejos de un crítico engreído y aficionado a hacer y deshacer. Nada nuevo bajo el sol. Pero nada habría sido igual sin el concurso del coloso de Gelves que marcó las directrices del negocio moderno y hasta los caminos que estaba a punto de emprender el arte de torear. Gloria a José…

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