Toros en las Ventas de Madrid con Ángel Téllez, Daniel Luque y Francisco de Manuel
  • La corrida se frustró por la sobrecogedora cogida de Ángel Téllez y por unas rachas de viento que dificultaron la lidia

  • Daniel Luque estuvo cerca de cortar una oreja al primero

Flameando capotes y muletas

El diestro Ángel Téllez es volteado y cogido por su primer toro El diestro Ángel Téllez es volteado y cogido por su primer toro

El diestro Ángel Téllez es volteado y cogido por su primer toro / EFE

Apareció presentando sus numerosas cartas credenciales Eolo y el espectáculo se resintió de forma ostensible. Y fue una pena porque de esa manera nos quedamos sin ver en su plenitud a Daniel Luque, así como quedaron como incógnitas los hermosos toros de Juan Pedro Domecq, que mostraron clase dentro de las posibilidades que permitió el impertinente dios del viento. Y es que cualquier iniciado debe saber que el segundo enemigo que puede encontrar el torero es el viento; ¿que cuál es el primero? Pues cuál va a ser otro que no sea el toro.

La corrida empezó con el dato sobrecogedor de la cogida de Ángel Téllez en un quite al primer toro de la tarde. Quiso competir con las cordobinas de Daniel Luque y sin encomendarse a nadie se echó el capote a la espalda, lo que es una temeridad en tarde tan ventosa. Y Tiniebla, negro y de muy buenas hechuras se fue derecho al cuerpo y la voltereta fue tremenda. Nos pusimos en lo peor, ya que el torero se quedó inerme en la arena.

Juan Pedro Domecq envió una gran corrida de toros que también fue víctima del viento

El que no se impresionó fue Daniel Luque, uno de los pilares del momento. El gerenense se fue a replicar al caído mediante unas chicuelinas llenas de buen aire, brindó a la plaza y logra calentar con un inicio a pies juntos en una suerte de estatuarios plenos de torería, Está Daniel con un sitio que le permite ver toro en todas partes y también para que le sirva una cantidad de toros considerable. Bordó el natural con temple y trazo largo, siempre sin enmendarse con el remate del desplante marchoso. Sonó un aviso antes de montar la espada, le endilgó un espadazo por derecho y todo quedó en una petición no mayoritaria de oreja. ¿Y por qué tan tacaña petición? Posiblemente fuese a medias por el estado del público, sobrecogido aún por la cogida de Téllez, y también porque al toro le faltó un punto de transmisión.

Esta faena de Luque sería, a la postre, lo más destacado de una tarde en la que el viento iba a acaparar una sobredosis de protagonismo. El de Gerena se encontró luego con el garbanzo negro de la corrida. Se llamaba Lingotazo, colorao y cinqueño como todo el envío de Juan Pedro. Toro muy serio por delante y al que colocó Daniel lejos en las dos varas que le recetó El Patilla. Pero el toro gazapeaba, echaba la cara arriba y sabía lo que se dejaba detrás. Intentos de toreo al natural mediante un pase tras otro sin posibilidad de ligazón y lo mejor que Daniel logró en esta faena fue cómo lo mató. Yendo con lentitud arrastrando la muleta para dejar todo el estoque en el morrillo. Y Madrid se lo agradeció porque quien da lo que tiene no está obligado a más.

El diestro Francisco de Manuel en su faena durante la corrida El diestro Francisco de Manuel en su faena durante la corrida

El diestro Francisco de Manuel en su faena durante la corrida / EFE

El percance de Téllez obligó a trastocar el orden de lidia y de esta manera mató Francisco de Manuel los toros segundo y quinto. Y en ese segundo toro de la tarde, arreciando el viento y la plaza con la sensación de inquietud por el percance en su apogeo, De Manuel, al que vimos en Sevilla con la corrida de El Parralejo también con Luque en la terna, quiso mucho y pudo poco. Y es un torero que da una imagen de firmeza y de muletero con poder. Brindó a la plaza la muerte de Infinito, empezó de rodillas en los medios y en su lucha con el viento dejó irse un gran toro. Escuchó dos avisos y otro recibiría en su segundo tras matar a la tercera agresión, exactamente como al primero.

Ángel Téllez, que sabe a qué sabe abrir la Puerta Grande de Las Ventas estuvo toda la tarde con todos los santos de espaldas. La tremenda voltereta sufrida en el que abrió plaza debió pesar en su estado físico y aunque brindó la muerte de Verderón a la plaza, con la muleta flameando como una banderola poco podía hacer. Pretende el imposible del natural de frente y el palco le manda un recado antes de entrar a matar, señal inequívoca de que el madrileño lo intentó todo. En el que cerró plaza y con medio aforo cubierto por la desbandada que motivó lo gélido de la tarde, Téllez se amontonó con un toro que merecía más y el diálogo no surgió en ningún momento. Y fin de una tarde presidida por una buena faena de Luque y por la presencia del molesto Eolo.

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