Dragic rescata la esencia
Soberbia victoria ante el poderoso Fenerbahce con el esloveno (14 puntos en el último cuarto) como estilete en una noche inolvidable
Zoran Dragic podría jugar en aquel Unicaja del 95 al que club honró ayer con Mike Ansley como icono y reclamo. Dragic posee el espíritu indomable de Nacho Rodríguez, las ganas de mejorar y de romper cualquier techo que aquel equipo transmitía. Hacía tiempo que el Carpena no coreaba un nombre de manera tan unánime. "Dragic, Dragic" fue el soniquete en los últimos minutos y tras el bocinazo final.
Los forjadores, de alguna manera los padres, del equipo actual contemplaban orgullosos desde el palco lo que sucedía en la parqué, con Ansley aplaudiendo y pegando botes como un fanático en el palco. Los guiones invisibles que se ejecutan siempre tienen en el deporte un hueco. Y en un Carpena a medio llenar pero a toda caldera el Unicaja tumbó a un favorito a estar en la Final Four en una segunda mitad sublime con Dragic llevando la bandera (89-75).
La noche fue redonda, sin duda, con show y homenaje en el descanso y con Ansley de referente. Pero el equipo de Plaza reclamó su cuota de atención donde se debe, en el 28x15, con un partidazo para enmarcar, el mejor en tiempo que se vio en el Carpena. Porque Obradovic moldea un equipo campeón en Estambul. Con chequera abundante, la que le permite pagar 900.000 euros por Zoric. También se ha buscado hasta a su Alvertis particular, Mirsad Turkcan, ex jugador turco. Su plantilla es interminable en nombres, aunque aún le falta quizá el cuajo para aspirar absolutamente a todo. Tiene unos meses para afinar el disparo. Pero ya se intuye un potencial enorme, por nombres colosal, que el Unicaja redujo colocándole en una situación delicada. 0-3 a falta de 11 jornadas están los de Obradovic, mientras los de Plaza están con 2-1 antes de la infernal doble visita al Palau Blaugrana y a El Pireo.
El Unicaja ha encadenado cuatro victorias, Plaza ha cuadrado piezas defensivas tras recibir 60 puntos en la segunda mitad ante el Baskonia y el equipo empieza a creérselo y a transmitirle a la afición que es posible pensar en cotas superiores. Digamos que el discurso atractivo del técnico catalán se hace prosa. Lo que ayer había enfrente admitía poca broma. Desde el señor de la Euroliga al mando hasta una plantilla profundísima y versátil, con varios hombres por encima de los dos metros que pueden subir la bola. El Unicaja igualó el partido y negó las opciones rivales. Castigó el balance defensivo visitante, quizá el talón de Aquiles a tantos centímetros, corriendo siempre, intentándolo. Se sobrepuso el equipo malagueño a la importante baja por lesión de Fran Vázquez. Legalmente, los árbitros dejaron atacar al Fenerbahce durante medio minuto con el gallego retorciéndose de dolor en la zona visitante. Eso levantaría aún más al Carpena.
El partido se movió en coordenadas de mucha igualdad. El Unicaja salió fuerte (8-1 de salida), pero el Fenerbahce estabilizaba ya la diferencia al final del primer cuarto (19-19) tras una primera aparición de Zoric con varias canastas consecutivas. El croata, bien recibido, pasaría después más desapercibido en el duelo. Para el final dejaría un par de faltas en ataque de las que le solían pitar también en Málaga. Esta vez no fueron lamentadas, sino jaleadas.
En el coral partido del Unicaja varias menciones especiales. Desde Carlos Suárez, con una decisión poco vista en él para tomar responsabilidad con los triples unida a su trabajo con los poderosos aleros rivales, a la línea continua de Toolson, que aportó lo que debe aunque no fuera determinante para engrasar el ataque. Desde el buen trabajo de los bases, por más que el explosivo diablillo llamado Bo McCalebb causara estragos, a los atributos de Stimac, que se multiplicó para paliar la ausencia de Fran y se fajó con los interiores rivales. También reseñable el trabajo de Vidal, que, como en la victoria en Estambul, jugó los momentos decisivos. La experiencia no se compra en el supermercado y él la tiene, para sacar faltas en ataque o para defener y dar cordura. Y para el clásico fogonazo anotador de Hettsheimeir, aunque sufriera con Kleiza atrás.
Con equilibrio se llegó al descanso (37-39) y el partido comenzó a elevar su intensidad, sobre todo en un tercer cuarto de nivel excepcional, 25-27 de parcial. Amagó el Unicaja con irse (49-43), el Fenerbahce respondió (55-61) con McCalebb desatado y los triples de Mahmutoglou, jugador de perfil bajo entre la pléyade de figurones del equipo turco, pero con una muñeca letal. Metió cinco triples y, por fortuna, Obradovic no se acordaría de él en el último cuarto, en el que todo estaba en el aire.
Y, como rescatando las esencias, Dragic fue Nacho, Babkov y Ansley en uno. Qué fabuloso cuarto del esloveno, con 14 puntos, convertido en una centella para correr y penetrar y en un tirador fiable. Quién lo diría. Un dato. La temporada pasada metió en 22 partidos cuatro triples. Los mismos que ayer en 25 minutos. Dragic soltaba puñetazos, Stimac cogía rebotes, Vidal defendía, Suárez rellenaba agujeros y Granger mandaba. Era el quinteto con el que Plaza se la jugó en los minutos finales para tumbar al Fenerbahce. Dragic metió un triple, otro, dos tiros libres, sacó un dos más uno, un contraataque más... Y el último triple tumbó en la lona a Obradovic y su tropa. Ansley botaba, como todo el Carpena en una atmósfera eléctrica. Como en Ciudad Jardín.
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