Crisis del coronavirus

Pocas certezas y mucha paciencia

  • La crisis del coronavirus obliga a los clubes a ser pacientes

  • El Unicaja espera un informe jurídico sobre la situación

  • El ERTE, con pros y contras

Luis Casimiro y Eduardo García.

Luis Casimiro y Eduardo García. / Javier Albiñana

La sociedad vive una situación extraordinaria con la crisis del coronavirus y el deporte es uno de los campos más afectados por esta situación. El baloncesto, en clave Unicaja, obviamente lo vive así y, como el resto de clubes, está a ciegas intentando encontrar luz en un laberinto nunca antes transitado. Los clubes están en proceso de estudio de la situación jurídica que se genera en estos momentos, sobre todo a raíz de las últimas medidas del Gobierno.

La posibilidad de realizar un expediente de regulación temporal de empleo (ERTE) está encima de la mesa, pero tiene sus contraindicaciones. Supondría un ahorro económico pero, claro, no se podría técnicamente mandar órdenes a los jugadores para que mantuvieran la forma porque estarían parados. ¿Cuánto tiempo se necesitaría para recuperar la forma tras el parón? Se puede suspender ese contrato, pero también está en proceso de estudio si los jugadores serían libres para firmar por otro club. "Supongo que esto no le interesa a nadie pero quería dejar constancia que los que trabajan conmigo seguirán recibiendo sus salarios íntegros dure lo que dure esta historia. Ni un euro menos", era el mensaje de Quique Villalobos, uno de los agentes más reputados en el baloncesto español, responsable aquí de la empresa BDA. Refleja el sentir de jugadores y agentes en esta coyuntura. Además, todos los clubes que tuvieran algún jugador con coronavirus no podrían ejecutar ese ERTE legalmente.

Acaba de empezar el encierro, previsiblemente irá para largo, pero ya en el Unicaja ha expresado Josh Adams su deseo de volver a Estados Unidos. Y, evidentemente, hay inquietud, sobre todo en los extranjeros, que se ven confinados en un país ajeno. Es humanamente comprensible que quieran regresar a sus países, pero hay obligaciones profesionales también. Algunos jugadores tienen casas más aptas para hacer el trabajo físico, con jardín. Otros se conforman con terraza. Y algunos se recuperan de lesiones y, aunque el club les ha dotado de material para realizar la rehabilitación, no es lo mismo hacerla con un profesional al lado que solo. En cualquier caso, se pierde el tacto con el balón, la superficie de trabajo es diferente y las rutinas y la exigencia del contacto hacen complicado encontrar una simulación. Los clubes empiezan a preguntarse, como hacen deportistas olímpicos, si no sería posible una normativa de exención, con las precauciones debidas, sin contacto y por separado, para que los jugadores pudieran trabajar en pabellones. Hay conversaciones constantes entre ellos. Pero, hasta ahora, manda la salud pública, que es la prioridad. Y no existe la figura del cierre patronal que, por ejemplo, sí hay en las grandes ligas americanas.

Pese a que ha habido clubes que habían manifestado su interés por acabar la temporada para salvarla económicamente, tanto la ACB como la Eurocup siguen adelante con su intención de concluir a toda costa mientras sea posible. El 30 de junio aparece como frontera porque es cuando expiran los contratos de los jugadores. Es con lo que juega, por ejemplo, el fútbol retrasando la final de Champions hasta el 27 de junio aprovechando la suspensión de la Eurocopa hasta 2021. Los Juegos Olímpicos son una puerta que, si se retrasaran, para abrir la opción de jugar en julio. Cabe posibilidad de hacer extensiones temporales, que se deberían negociar. Pero es una situación tan cambiante que es una temeridad asegurar nada. En varios países europeos sí se ha cerrado la temporada nacional.

Para acabar cada competición hay trabas distintas. Quedan 11 jornadas de Liga Endesa por disputar, más los play off. La ACB trabaja en distintos escenarios para la vuelta y se plantea algún cambio en el sistema de competición en el caso de que se dilatara más de ese 24 de abril, bastante probable. Aplicando los tiempos chinos, se regresaría a final de mayo y habría que contar con unos días de acondicionamiento. En la Eurocup hay otra problemática. La Eurocup se puede comprimir con formatos, como el planteado por algunos clubes, de una Final Four para los campeones del grupo del Top 16, o una Final a Ocho. Pero ahí resulta más complicado articular una respuesta común porque la evolución del coronavirus no es igual en cada país. En alguno puede estar la pandemia controlada y en otro aún vigente. Y en los cuartos de final hay equipos de España, Italia, Serbia, Rusia, Turquía, Mónaco y Grecia, siete problemáticas distintas y siete gobiernos con sus protocolos de actuación. Es evidente que hay que prevenir a los acontecimientos, pero el obstáculo para planificar, el coronavirus, es invisible.

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