NCAA
  • El malagueño forma parte del cuerpo técnico y es director de operaciones de baloncesto en la universidad de Eastern Washington, dentro del mayor vivero del baloncesto mundial

Pedro García Rosado, un malagueño en las entrañas de la NCAA

Pedro García Rosado, un malagueño en las entrañas de la NCAA Pedro García Rosado, un malagueño en las entrañas de la NCAA

Pedro García Rosado, un malagueño en las entrañas de la NCAA

La NCAA ha sido en los últimos años un importante trampolín para el baloncesto malagueño. Domas Sabonis, Francis Alonso o Rubén Guerrero extendieron su aprendizaje tras salir de Los Guindos en el baloncesto universitario americano, un cosmos particular, con picos de audiencia en el país superiores a la NBA y con mucha penetración en la sociedad. Allí propulsaron sus carreras, como ahora hacen Golden Dike o Jesús Carralero, compatibilizando estudios y baloncesto. Pero la llegada malagueña al mayor vivero de la canasta mundial no se le limita a la pista, también hay referencias en los banquillos. En la universidad de Eastern Washington, localizada en el noroeste del país y también parte de la División I, comenzó esta temporada a trabajar Pedro García Rosado, un entrenador malagueño de Torremolinos de 31 años ya con un amplio bagaje detrás, por Inglaterra e Islandia además de por diferentes puntos de la geografía española. En Cheney, una ciudad de 20.000 habitantes, a cuatro horas de Seattle y a unos 20 minutos de Spokane, donde estudió y jugó Domas (también Kyle Wiltjer o Kevin Pangos, antes John Stockton) con Gonzaga vive Pedro García, que relata su experiencia americana a Málaga Hoy mientras viaja en autobús desde Reno (Nevada) a cerca de Sacramento (California), enlazando dos partidos en el arranque de la temporada NCAA.

Eastern Washington milita en la conferencia Big Sky, en la que se impuso la temporada pasada para conseguir el acceso a la March Madness. Ahí compite también Idaho State, donde juega desde esta temporada Pablo Tamba, canterano del Unicaja. Pedro García relata la curiosa forma en la que se gestó esta oportunidad. “En los últimos ocho años estuve vinculado con preparar a jugadores para ir a Estados Unidos. Estuve trabajando en la Canarias Basketball Academy, que ahora se trasladó a Badajoz, y que se dedica fundamentalmente a eso. Me interesó ese mundo, me apasionó, antes de venir había sólo estado en Los Angeles, a visitar a un jugador con el que había trabajado. La historia es un poco rocambolesca. Allí conocí a uno de los entrenadores ayudantes, Nick Booker, que fue a la universidad en la que estoy ahora. Daba la casualidad de que hace varios veranos un ayudante amigo suyo iba a pasar la luna de miel en España y me pidió si podía ir a verlo para guiarle y coincidimos en Zaragoza, donde había un campeonato y tuvimos muy buena conexión. Desde hace cuatro años hemos hablado muchos, intercambiado ideas de entrenamientos, partidos, planificaciones... Y ahora David Riley, que así se llama, es el primer entrenador de Eastern Washington. Cuando él supo que iba a serlo, en noviembre del año pasado, habló conmigo. Le encanta el baloncesto europeo, el español en particular. Viaja para ver campeonatos de Europa de categorías inferiores en verano. Y me dijo que me quería a su lado para implantar un poco esa idea europea y para ayudar con el reclutamiento de jugadores”, explica el entrenador malagueño.

"Conocía al nuevo primer entrenador, que admira mucho el baloncesto español y europeo”

El cargo que ostenta en el organigrama de la universidad Pedro García Rosado es el de director de operaciones de baloncesto. “El primer entrenador nos da responsabilidad y tarea, en otras universidades es mucho más limitado el trabajo. Aquí yo estoy centrado en nuestro ataque, somos dos entrenadores fijados en el ataque, hay otros dos entrenadores en la defensa”, explica el técnico malagueño, señalando que el cuerpo técnico de un equipo de la NCAA tiene más integrantes que uno puntero de ACB o Euroliga: “Después están los graduate assistant, que están estudiando un master con alguna beca y a la vez son entrenadores para nosotros. Tenemos otros dos con el ataque y otros dos con la defensa. Se graban vídeos de nuestros entrenamientos, hacemos todos los días sesiones, los cortamos y cada entrenador tenemos a nuestro cargo específico a 2-3 jugadores. El trabajo que se hace es un pasada. Cada jugador tiene tres objetivos a corto-medio plazo y profundizamos. Por ejemplo, tenemos un pívot inglés al que se le pusieron los retos de sellar mejor en el poste bajo, no dejar que le ganen la posición y dejen recibir y ser más consistente de tres puntos. Jugamos con cinco abiertos o cuatro abiertos y uno dentro. Es mucho baloncesto moderno, con jugadores de 2.08-2.10- 2.06 que hacen de todo”.

“El entrenador nos da mucha responsabilidad, yo estoy centrado en nuestro ataque”

“Hay muchas reglas, tenemos el horario limitado de pista a nivel semanal”, relata Pedro García sobre el modo de trabajo: “Otros equipos centran en trabajo en el scouting y ganar partidos, aquí se apuesta de inicio por menos trabajo táctico y más trabajo individual con los jugadores. El tiempo en la pista es limitado con los entrenadores, aunque los jugadores pueden hacer volumen de tiro con los graduate assistant, que le rebotean y pasan la bola. Solemos hacer 45 minutos de trabajo individual por posiciones, por ejemplo situaciones en el poste bajo la hacen escoltas, alero y grandes. Los grandes hacen de todo muy bien. No creo que en España a nivel de cantera se dedique tanto trabajo durante la temporada a los jugadores. El año pasado se ganó la conferencia (Big Sky) y se llegó a la March Madness, se va con la misma idea. Nuestro entrenador no tiene preconcebido si eres freshman, de segundo o tercer año. Hay otras universidades que respetan más esa jerarquía”.

Pedro García contempla un entrenamiento. Pedro García contempla un entrenamiento.

Pedro García contempla un entrenamiento.

Pedro García Rosado lleva algo más de un mes en Cheney, tras un proceso largo con el visado, ahora complicado con la pandemia del Covid-19. “Me despierto 5:30, a las 6:00 ya hay jugadores que hacen tiro”, cuenta sobre su rutina: “Vivo con otro entrenador, a 20 minutos andando y a cinco en coche del pabellón. Empezamos bien temprano. A las 12 ya están fuera todos y se van a las clases. Los alumnos, con el Covid, tienen mucho online y hay menos presencial. Las clases se quedan grabadas en internet y aparte tienen tutorías. Está muy bien organizado y nunca les va a faltar información. Si tienen clases, reorganizamos. Todo está para conciliar la vida de estudiante y atleta, ese es el orden. En el staff estamos pendientes de los estudios. Cada uno somos responsables de algunos jugadores y debemos vigilar qué nota media llevan. Queremos que sepan que valoramos el tema de los estudios. La cultura del primer entrenador es que no todos van a ser profesionales y se prioriza que acaben con buenas notas, Durante 5-6 años, la universidad ha tenido la nota más alta media de NCAA I. David Riley, el entrenador, ha estado 10 años como ayudante en la universidad y poquito a poco subió. El anterior técnico cambió a otra universidad con más recursos y él ascendió. Sólo tiene 34 años, en Europa no es tan frecuente, pero está más que preparado”.

“Aquí se aprende y se disfruta, es sólo baloncesto; estoy en un sueño, puedo vivir de lo que me apasiona”

Acerca de los patrones e ideas sobre la evolución del baloncesto, explica García Rosado que “se tiende en EEUU a que cada vez los jugadores hagan más cosas, la NBA marca la evolución del juego. De alguna manera, Kevin Durant es el patrón ideal, pero no se olvida jugar en transición, poste bajo. Depende de lo que puedas reclutar. A lo mejor no puedes tener a jugadores 2.10, no nos podemos volver locos, hay que acostumbrarse un poco a lo que se pueda conseguir”, reflexiona el entrenador malagueño: “En NCAA I hay muchas reglas, por mi rol tengo limitado viajar a ver jugadores, por ejemplo. Pero siempre hay formas de ayudar y ver informes, estoy seguro de que en los próximos años algún jugador español vendrá para acá. El nivel de la liga es bastante alto, el físico también se nota. Por ejemplo, Pablo Tamba es un jugador súper físico y en los primeros partidos está jugando muy poco. Cada universidad tiene una idea. Aquí tratamos de que todos pasen muy bien, que tengan visión y puedan tirar. Sin esas condiciones no se recluta a ninguno. También que físicamente puedan competir un mínimo. Hay que ajustar el perfil. El mercado en Europa es complicado porque hay jugadores que quieren firmar contratos profesionales y seguir su ruta. También el jugador debe prepararse desde uno o dos años antes para las pruebas de acceso. Hay jugadores que se interesan pero prefieren la ruta profesional”.

“Empecé en la EBG con 16 años, era jugador y entrenador ayudante, son recuerdos inolvidables”

“He firmado un año, porque el tema de la visa es bastante complejo. En enero o febrero tendríamos que empezar la siguiente visa, la idea es seguir varias temporadas. Aquí se aprende y se disfruta, estás centrado sólo en baloncesto, pero veremos cómo evoluciona. Nunca se sabe cómo puede ir la cosa, no tengo atadura personal. Tengo la suerte de que puede elegir, así que a disfrutar del día a día. Estoy en un sueño. Puedo vivir de lo que me apasiona, no pienso a muy largo plazo. Ahora, a disfrutarlo, a darlo todo. Con tranquilidad, no se puede planificar mucho. Nuestro primer técnico ha firmado por cinco temporadas. Si se pierden cuatro o cinco partidos no hay nervios, se entiende que es el partido del proceso y la idea. Queremos ganar la Liga, por estar en la March Madness la NCAA da más dinero y si se gana allí un partido es un dineral. Ello permite más presupuesto y mejorar el programa, pero la idea es hacer progresar a los jugadores”, señala el entrenador malagueño sobre sus planes.

Perspectiva del pabellón donde trabaja Eastern Washington. Perspectiva del pabellón donde trabaja Eastern Washington.

Perspectiva del pabellón donde trabaja Eastern Washington.

Pero hasta llegar a este punto hubo una trayectoria larga a pesar de su juventud. Pedro García Rosado comenzó a entrenar en la Escuela de Baloncesto Guindos (EBG) con 16 años. “Era jugador y ayudante de Tomás Rueda, empecé allí y estuve hasta los 21. Son recuerdos inolvidables, voy hablando con la gente de la EBG, sigo sus logros y lo que sigue creciendo”, rememora. De allí pasó al Unicaja, donde fue ayudante de Manolo Trujillo en una generación junior que ha tenido mucho recorrido: “Estaban Alberto Díaz, Rubén Guerrero, Soluade, Dejan Todorovic, Víctor Ruiz... Era ayudante del junior y tutor de la cantera. Fue una experiencia brutal, tremenda, es mi casa Unicaja, siempre estoy contento cuando ganan. Mi madre es fiel del Unicaja, se va ella sola a ver los partidos. Vivimos en Torremolinos, compra su entrada, coge su autobús y se va a animar al equipo cada partido”.

“El Unicaja fue una experiencia brutal, tremenda, es mi casa; mi madre es fiel del equipo, va a todos los partidos”

De allí llegó un salto a Inglaterra, a Reading, tras pasar por la Canarias Basketball Academy. “Fueron cinco temporadas, una muy buena experiencia, en todos niveles, fui ayudante en Primera División y responsable de cantera. El sistema es bueno allí en bachillerato, de 16 a 19 años, los institutos son mitad privado y mitad públicos, los alumnos pueden decidir a cuál van. Tienes que llamar atención para atraerlos y en función de la cantidad de alumnos reciben más o menos dinero. Algunos se especializan en el tema científico, otros en el musical, y algunos son como una academia de fútbol y baloncesto, como en Reading, era lo nuestro. El baloncesto era una asignatura más. Había dos pabellones, piscina, parte académica... Vinieron varios chicos de cantera del Madrid o Gran Canaria”.

Tras un par de temporadas en Liga Femenina 2, como primer entrenador del Picken Claret, y como ayudante en Liga Femenina del Cáceres, antes del salto a Estados Unidos, una temporada en Islandia, en el UMF Sindri Höfn. “La experiencia fue muy bien, en la Segunda División. Querían cambiar y tener un entrenador español. Nos fue muy bien, quedamos terceros y jugamos play off, no pudimos avanzar más allá. Tuve opción de renovar tres años, pero ya tenía la opción de la NCAA y era lo que quería. Han fichado a otro entrenador español, señal de que no lo hicimos mal. Tenemos la responsabilidad de hacerlo bien y dar otras oportunidades”, explica este joven entrenador malagueño, de 31 años, con un cúmulo de experiencias antes de desembarcar en la NCAA, por donde pasa el mayor caudal de talento del baloncesto mundial.

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