Unicaja

Pólvora mojada en el arranque

  • El Unicaja mete pocos puntos en los primeros partidos y exhibe problemas cuando el nivel físico sube en la segunda mitad

  • Algunas reflexiones generales de Scariolo que pueden ayudar a entender la situación

Alberto Díaz intenta marcharse de Álex Abrines.

Alberto Díaz intenta marcharse de Álex Abrines. / javier albiñana

La percepción que había cuando arrancó este Unicaja es que tenía dinamita, muchos puntos, que sus fragilidades podían ir más por otro segmento del juego. Los dos primeros partidos han dejado al equipo malagueño con 73 y 70 puntos a favor y una sensación de impotencia tras el descanso (tras 20 minutos dominaba a Joventut y Barcelona), cuando el rival desajustó el plan previo y elevó la intensidad defensiva. Lo decía Carles Duran tras la victoria verdinegra en el Palau Olímpic, que “todo fue más sencillo cuando controlamos a Mekel”.

Sin Jaime Fernández y Carlos Suárez se pierden dos creadores de ventajas importantes, el primero con el dribbling, el más desequilibrante de la plantilla ahí por su explosividad, y el segundo con su capacidad para repartir juego desde el poste alto y el bajo, además de poder subir el balón tras rebote y coger a la defensa rival en formación. Y el Unicaja ha notado ese colapso en demasiados minutos ante los dos equipos catalanes. Puede resultar paradójico, se le reprochaba el abuso del triple al equipo y ahora lanzo poco, en los cánones actuales. Forma parte del ajuste en la formación de la plantilla, pero también los equipos cada vez llegan más lejos y niegan el triple. Por ejemplo, Francis Alonso no tuvo ni pudo crearse ninguna opción en el primer tiempo. El Unicaja pudo crear más ventajas en la primera mitad, pero mucho menos en la segunda. El ataque se atascó y los equipos atacarán constantemente a Mekel por su capacidad creativa.

Crear ventajas y generar desequilibrios es un mantra para los entrenadores en el baloncesto modernos. Y el Unicaja no tiene demasiados jugadores capaces. Brizuela y Bouteille lo hacen, pero son mejores finalizadores que creadores. Francis Alonso trabajar para recuperar esa vertiente que en Estados Unidos se cegó para potenciar su letal tiro. Alberto Díaz es un manejador muy seguro de balón, pero le cuesta más crear ventajas. Y Waczynski (cinco pérdidas ante el Barcelona) puede sólo muy puntualmente jugar el pick and roll, el vehículo principal para crear ese desequilibrio.

En las gradas del Carpena estaba el jueves Sergio Scariolo, seleccionador nacional (sin contrato ahora mismo, pero en camino), técnico ayudante en los Toronto Raptors y malagueño de adopción. Reposa en Marbella tras la burbuja pero no dejar de ver baloncesto. En una muy recomendable entrevista en el medio argentino Basquet Plus, Scariolo ofrecía algunas claves universales sobre la evolución del baloncesto, también aplicables para aquellos nostálgicos de un deporte que va en otra dirección, que pueden ayudar a entender algunos de los problemas que puede tener el Unicaja en este arranque. “Yo creo que la necesidad de tener más gente en el campo capaz de generar ventajas, de ponerla en el suelo, de pasar el balón, de tirar de tres, es una necesidad fundamental porque el juego es cada vez más rápido, las defensas son cada vez más fuertes y la fuerza física es superior”, decía el mejor entrenador de la historia del club: “La idea de abrir la cancha, generar espacios y ocuparlos de manera correcta, hace que la tendencia sea tener cada vez más jugadores capaces de hacer todo esto. Obviamente, ojalá tuviéramos todos tíos de 2.10 capaces de hacerlo. Es más fácil conseguirlo en jugadores de 1.98, 2.02, 2.04, 1.97, y esa es la realidad. Lo que cuenta es la habilidad técnica y táctica de los jugadores”.

“Todos juegan mínimo con cuatro y muchas veces con cinco jugadores abiertos. Y esa es la realidad del juego, que no tiene marcha atrás. Houston tampoco ha llegado al punto de demostrar que se puede hacer con una altura media de 1.98. Entonces queda suspendido el juicio a nivel de tamaño. A nivel de tipo de juego, no hay ninguna duda”, era la conclusión de Scariolo, que admite que ha tenido que rectificar sus ideas preconcebidas antes de emigrar a Estados Unidos: “Yo llegué a la NBA con una visión y luego no puedes no darte cuenta que, independientemente de las valoraciones estéticas o subjetivas, esto es así. Hay gente a la que le gusta el juego de espalda, no sé por qué. En Toronto tenemos una prioridad en los tiros muy marcada. Las terminaciones en el aro son las que buscamos más, los triples de la esquina luego, los triples no de la esquina acto seguido, los tiros de dos en la pintura vienen luego y los tiros de dos fuera de la pintura son los que intentamos evitar. Esa es nuestra pirámide. ¿Por qué? Porque está demostrado, datos en mano, que la eficacia de los tiros va en ese orden. A nivel de eficacia y rendimiento y de sumar puntos de una forma u otra, la realidad es incontrovertible. Yo mismo he tenido que modificar cosas de mi visión del juego de ataque. Y de defensa también”.

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