Resultado y crónica del San Pablo Burgos-Unicaja

Imposible jugar peor una prórroga (95-83)

  • El Unicaja fuerza el tiempo extra en Burgos para abandonarse y encajar un parcial de 16-4 en cinco minutos l

  • La Copa aún depende de él, para lo que debe ganar al Baskonia

Deon Thompson recepciona un balón.

Deon Thompson recepciona un balón. / ACB Photo

Ha tenido bastantes peores partidos el Unicaja que el que jugó en Burgos, pero no le dio para ganar en el Coliseum y tendrá que esperar a la última semana para asegurar el billete para la Copa del Rey, que puede llegar también por derrotas rivales. Tristemente, esa es la realidad a día de hoy, hay proyectos deportivos que tienen más nivel a mes de enero de 2021 y uno es el del San Pablo, un equipo más consistente que el bloque malagueño, que dominaba por 12 puntos en el tercer cuarto y por cinco mediado el último, pero fue incapaz de gestionar las ventajas que se había fabricado con tramos de muy buen baloncesto, que no se habían visto en las últimas semanas. Pero no hay continuidad. Forzó una prórroga, pero jugó ahí de manera calamitosa, imposible hacerlo peor. Inexplicable el hundimiento, no se entiende por la vertiente anímica porque el Burgos había tenido la última posesión para ganar. Puede ser física, la gestión de la rotación es posible que no fuera la mejor. El caso es que fue un esperpento.

El caso es que se fue el año con una prórroga y entró con otra, pero el resultado fue el mismo, una derrota (95-83), la quinta en seis partidos, que retrata un momento preocupante del equipo en un instante crítico de la temporada. La prórroga fue una calamidad, impropia de un equipo del nivel supuesto del Unicaja. No compitió, es imposible hacerlo cuando se conceden cinco rebotes de ataque en los dos primeros ataques rivales. El Burgos metió 16 puntos y el Unicaja, sólo cuatro. Y dos no deberían haber subido después de que el balón tocara el soporte de la canasta. Colapso atacante y verbena en defensa. Un mix perfecto para hacer un ridículo en cinco minutos en los que estaba el billete para la Copa, quién lo diría viendo cómo se cerraba (no se cerraba, perdón) el rebote de manera constante o cómo el rival creaba una superioridad con un simple bloqueo a nueve metros del aro. Cosas que se habían hecho decentemente durante tramos grandes del partido desaparecieron.

Es la realidad del Unicaja, con buenos jugadores pero lejos de ser ahora mismo un equipo para competir por cotas altas. Hay brotes de buen baloncesto, minutos de máxima concentración o intensidad alta en los que se defiende bien, como los que hubo en el arranque del tercer cuarto. Pero son chispas aisladas. En cuanto el rival ajusta o lee defectos, se va rápidamente al garete, sin soluciones en la pista o en el banquillo. El fichaje de Ferrari no ha solventado nada, su partido fue terrible. La progresión de Jaime Fernández o Rubén Guerrero tiene la contrapartida del bajón importante de Francis Alonso o los pobres partidos de Abromaitis (-22 con él en pista) y Gerun. Inexplicable que Yannick Nzosa sólo tuviera cuatro minutos en pista, en los que colocó dos tapones y cogió tres rebotes, mientras el ucraniano disponga de la confianza para sus 15 minuto de rigor.

Enfrente hay un rival con ideas claras, que marcó el ritmo desde final del primer cuarto. El Unicaja cambió el ritmo al final con la presencia de Nzosa y con buenos minutos anotadores de Deon Thompson para igualar al descanso (39-39).

La salida del vestuario fue excelente, con Jaime distribuyendo juego y Guerrero ejecutando, quizá en su mejor partido con la camiseta del Unicaja. Hay que valorarle su progresión constante en el juego al marbellí, una buena noticia dentro de las malas que abundan. Llegó a disfrutar, tras un parcial de 3-16, de 12 puntos de renta (46-58) el Unicaja, pero en cinco minutos se fue la ventaja rápidamente, ya a comienzos del último cuarto perdía por uno. La rotación de Ferrari fue penosa y el Burgos encontraba caminos de mil maneras hacia el aro. Otro flash muy bueno de Jaime con Guerrero permitía mandar por cinco puntos (63-68) mediado el cuarto final, pero el ex cajista Omar Cook daba lecciones de cómo se dirige a un equipo, cuándo se ejecuta y cuándo se reparte. Con seis abajo a dos minutos del final, el Unicaja tuvo coraje para forzar una prórroga. Canasta de Guerrero y triple fallado de Benite.

Pero ahí la vino la prórroga. Momento de dar un paso adelante en el que dieron mil atrás. Inexplicable ridículo condensado en cinco minutos.

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