Resultado y crónica del San Pablo Burgos - Unicaja

Un Unicaja insufrible y mediocre (77-60)

  • El equipo cajista se arrastra en Burgos, donde ni siquiera compite por el triunfo en otro naufragio a domicilio

Frank Elegar, en un lance del partido.

Frank Elegar, en un lance del partido. / ACB Photo

Han transcurrido dos meses de temporada, una veintena de partidos, y el Unicaja es, a día de hoy, un equipo mediocre. Ha repetido ya demasiadas actuaciones vulgares, sobre todo lejos del Martín Carpena. Impotencia pura para construir un ataque con sentido. No se ven detalles que ilusionen, no se detecta una progresión en el juego. Se repiten momentos de caos atacante, los jugadores chocan y se matan espacios a la hora de hacer un sistema, se abusa del bote, no se encuentran posiciones de tiro decentes. Hay un déficit enorme de inteligencia baloncestística que no se cubre con el teórico potencial físico, que no se emplea para sacar de la pista al rival. No sobra tampoco el carácter, apenas el núcleo español asoma la cabeza, de manera insuficiente.

Tras una semana de trabajo, se da fe de que fue intenso, preparando un partido, la imagen fue aún peor en Burgos, donde se perdió (77-60) de manera indecente. El desplome fue tremendo, desde el primer cuarto hasta el último. Un ejercicio de impotencia ante un equipo que transmite brío, ilusión, ante una afición que contagia porque siente que está escribiendo una historia nueva. Contrasta con lo que desprende este Unicaja. Hay muchas cosas más ilusionantes que hacer que ver un sábado por la tarde al equipo malagueño arrastrarse como lo hizo en Burgos. No se duda de la profesionalidad y el trabajo de jugadores y técnicos. Pero esto no funciona y estamos ya en diciembre. Es en enero cuando empiezan los puntos de no retorno, pero hay ya sudores fríos viendo el naufragio de las últimas salidas, en pistas de equipos de zona media que aspiran a crecer. El Unicaja va viendo cómo, en un contexto más amplio, progresivamente le sobrepasan clubes y se le acercan otros en el escalafón del baloncesto nacional.

En Burgos se repitió el ejercicio de impotencia de Manresa o Andorra, más amplificado porque fue desde antes el desplome. Ya al descanso se perdía por 16 (43-27) puntos después de un primer cuarto en el que aún se mantuvo mínimamente el tipo por los continuos errores en el tiro libres del equipo burgalés (especial mención para el canterano cajista Augusto Lima). Desde ahí, el despropósito. Ferran Bassas, que ya en febrero mandara en los infaustos cuartos de final de la Copa en Madrid ante el Tenerife, cogía dos rebotes en ataque seguidos. Se sucedieron airballs tras posesiones sin capacidad para crear una ventaja. El Unicaja es aún un equipo que parece de pretemporada, en el que los mecanismos no se han asentado. Y, evidentemente, hay que mirar a la figura del entrenador ahí. Se afana Casimiro por ser optimista. Se valora su vertiente didáctica cuando explica en ruedas de prensa o entrevistas sus ideas de baloncesto. Pero ver jugar a su equipo es, demasiados días, un dolor.

Hay, no pueden huir de responsabilidades, también demasiados jugadores que no saben por dónde sopla el viento después de dos meses. Un cúmulo de individualidades que no funcionan como equipo. Sobre todo en los últimos partidos a domicilio tampoco han funcionado bien defensivamente, la fortaleza de esta temporada. No hay que olvidar que se ganó en Valencia y Vitoria, pero aquello va quedando como un espejismo que se disuelve en el tiempo. Se necesitan pruebas consistentes de progresión que no llegan. Jaime juega con un ojo tapado por sus problemas físicos, sus números están a la mitad. Adams no conoce la consistencia ni el juego en equipo. Alberto quiere pero no puede cargar con labores para las que no está dotado aunque no deje de trabajar para borrar sus limitaciones. Avramovic aún no sabe dónde está. Y así se podría seguir con el resto de la plantilla, con condiciones que no exhibe. Por ejemplo, con un Waczynski al que no se le conoce el mérito para estar ya en su cuarta temporada en Málaga. Un Toupane del que se entiende, cuando se le ve con continuidad, por qué está aquí y no la NBA, su lugar por condiciones físicas y técnicas. Un Ejim que no puede vivir sólo de su capacidad defensiva, que toma decisiones de infantil en ataque. Suárez intentó tirar del carro en los peores momentos, pero a estas alturas no va a ser un jugador franquicia aunque sea indispensable. Thompson acumula partidos intrascendentes aunque haga números. Gerun y Elegar conforman una pareja muy limitada para el puesto de cinco. Y Rubén Guerrero hace la mili en un contexto complicado.

Es la cruda realidad, a 30 de noviembre, del Unicaja, incapaz de competir en Burgos. Un equipo, se recalca que a día de hoy, insufrible y mediocre al que se le va agotando el crédito. Aún no se han traspasado líneas rojas, pero las alarmas suenan.

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