Resultado y crónica del Obradoiro-Unicaja

Súper Brizuela al rescate (83-85)

  • Un canastón sobre la bocina del vasco permite la victoria del Unicaja en Santiago, capital para seguir en la pelea por el play off

  • Partido irregular que se debió romper antes

Darío Brizuela mete el tiro del triunfo.

Darío Brizuela mete el tiro del triunfo. / ACB Photo

Darío Brizuela sacó su vena de killer para meter la canasta que selló la victoria del Unicaja en Santiago (83-85). Un triple del vasco había dejado el partido medio cerrado a falta de 1:41 (74-83), pero el Unicaja se metió en una espiral destructiva que casi se lleva el partido por delante. Anotó fácil el Obradoiro y los ataques no fueron con tino. A falta de 2.5, el eterno Albert Oliver había empatado con una entrada inexplicable hasta la cocina. Había gastado varios comodines el Unicaja en ese minuto y medio lamentable, pero le quedaba uno. Una bola. Sacó Jaime Fernández, recibió el vasco casi en el centro del campo y se jugó el 1x1. En este caso, sobre la bocina es literal. Quedó ante Álvaro Muñoz, amagó con la penetración y dio su clásico paso atrás para, pisando la línea de 6.75, lanzar y meter limpio el lanzamiento que daba el triunfo a su equipo. Hubo instantes de incertidumbre porque la jugada muy ajustada. El reloj estaba a cero con el balón aún en la mano, pero el tablero se iluminó cuando el balón ya no estaba en contacto con él. Así que Pérez Pérez, árbitro principal, dio por buena la canasta y el subidón por el tiro certero se mantenía. Es una victoria capital en la pelea por meterse en el play off, pero no fue un partido redondo del Unicaja. Tuvo un nefasto comienzo, que propició una bronca importante de Katsikaris en un tiempo muerto. Y después, ante un equipo con ausencias y al que se le veía al límite físico, no supo romper el duelo cuando tuvo opciones para hacerlo. La sensación era que el Unicaja estaba por encima, pero no tuvo el colmillo para rematar al siempre correoso cuadro gallego. Son márgenes de mejora que hay que apurar de aquí a final de temporada. El partido hubiera peligrado mucho más de haber un rival de más entidad enfrente. Pero el balance de victorias se vuelve a equilibrar y eso es bueno (13-13) para seguir construyendo y cogiendo moral para el futuro.

A los siete minutos de partido, Katsikaris ya había empleado a 11 jugadores, los tres pívots incluidos. Síntoma de que no le gustaba lo que veía. Algunas rotaciones fuero de apenas un minuto. Francis Alonso, por ejemplo, no volvía a jugar tras partir de inicio. En el reparto de roles Katsikaris tenía una de las tareas pendientes de la anterior etapa y ya va eligiendo. Con el regreso de Brizuela ya hay cinco exteriores y los minutos se cotizan caros. Tras recibir 26 puntos en el primer periodo, el Unicaja se repuso con una defensa más decente en el segundo. Puso un quinteto más defensivo, con Alberto Díaz y Malcolm Thomas como alfa y omega, el técnico griego y el equipo empezó a fluir mejor. Brizuela y Jaime Fernández enlazaban chispazos para dar las primeras ventajas del partido, aunque la distancia era mínima al descanso (40-41).

El ritmo lo marcaba el Unicaja tras el descanso. Percutía, aunque sufría las embestidas de dos jugadores, Robertson y Enoch. Dos hombres bastante interesantes y que seguro tendrán recorrido en el baloncesto europeo a buen nivel. Hicieron muchísimo daño los dos, anotando por encima de los 20 puntos. En los momentos en los que se les contenía, el Unicaja estiraba en el marcador. Emergía también un Bouteille que en el cuarto final entraría en combustión. Permitió tres triples seguidos el Unicaja y ello impedía que se rompiera el duelo. Lo recordaba Katsikaris en un tiempo muerto y así acababa el tercer cuarto (60-62). Había dejado un mate de locura Nzosa, partiendo desde nueve metros lejos del aro.

Y en el periodo final el Unicaja gobernaba con cierta suficiencia, pero sin romper la barrera de los 10 puntos. La rozó en ese triple de Brizuela que parecía sentenciar (74-83). Falsa ilusión porque el Obradoiro explotó los errores cajistas y propició, eso sí, una jugada de las que se recuerdan. Darío Brizuela, tras perderse cuatro partidos y estar tres semanas fuera, volvió a lo grande, como en la Copa ante el Barcelona. Un canastón marca de la casa que vale una victoria importantísima y que refuerza sus galones en esta plantilla.

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