Ricky Brown, el que fuera primer galáctico de la historia del Unicaja (mejor dicho, Caja de Ronda), hablaba en estas páginas meses atrás sobre su magnífico recuerdo sobre Málaga, a pesar de que habían pasado ya más de 25 años de aquella experiencia en la Costa del Sol. "Dos de los mejores años de mi vida, sin duda", decía.

Brown, de 58 años, vive en Atlanta, donde ha ejercido como entrenador de baloncesto de jóvenes valores en academias e institutos. Trabajó con dos de sus hijos. Uno, Taylor, jugó en el Darussafaka dos años atrás, pero problemas cardíacos le frenaron. Otro, con 16 años, Joshua, destaca en el instituto y en un par de años accederá a la universidad, conoce ya el interés de alguna importante. Además, ayuda a llevar los asuntos publicitarios de su esposa, Chloé, una celebridad en la ciudad del estado de Georgia.

Ahora, Ricky Brown estudia su llegada a España como técnico. Quiere regresar al país donde jugó durante cinco temporadas para enseñar. Su juego en el poste bajo es recordado como uno de los mejores que ha habido en la Liga ACB, su calibre como jugador le llevó a ser campeón de Europa con el Milán y también ganó títulos, nacionales y continentales, con el Real Madrid. Allí coincidió con Arvydas Sabonis para hacer un doblete Liga-Copa. Está al día del baloncesto universitario y ha seguido de cerca la evolución de Domantas Sabonis, al que define como "un pequeño Arvydas".

El antiguo pívot está abierto a todo tipo de ofrecimientos, desde formar parte de cuerpos técnicos de élite a trabajar con los más jóvenes en los fundamentos. Esos cerca del aro que hoy son más difíciles de encontrar. Brown quiere volver a España.