REsultado y crónica del Mornar Bar-Unicaja

Tomen medidas (90-80)

  • El Unicaja completa una primera parte vergonzosa en Bar que no puede arreglar en la segunda

  • El equipo parece en un punto de no retorno y cae de nuevo con claridad (90-80)

Gal Mekel postea en el Mornar Bar-Unicaja.

Gal Mekel postea en el Mornar Bar-Unicaja. / Mornar Bar

El Unicaja pisoteó su escudo y su camiseta en Montenegro en un partido infame (90-80). Otro maquillaje final no oculta lo que se vio en el Topolica Sports Hall de Bar, un pabellón pequeño, con porterías de balonmano tras las canastas y sin público en las gradas por la pandemia. El equipo malagueño hizo uno de sus peores partidos en muchos años en Europa. Normalmente, estos ejercicios de impotencia se veían en la pista del CSKA, el Panathinaikos o el Maccabi, en aquellos cada vez más lejanos años de Euroliga. Dolían, pero se asumían como comprensibles en determinados momentos. También se perdió por más de 50 en Badalona o por 30 en Ljubljana. Pero ese año se jugó la Final Four. Ahora es con el Mornar Bar, un equipo que entró a jugar la Eurocup por la renuncia del Maccabi Rishon, que hace tres semanas no jugaba en Europa. Retrata dónde está el club y el equipo ahora mismo. “La mejor victoria de la historia de nuestro club”, decía Mihailo Pavicevic, entrenador del equipo montenegrino. Significativo.

El Consejo de Administración, también la dirección deportiva, tienen que tomar medidas. Ellos también quedan señalados por lo que se ve. Ya se sabe que no hay dinero, que el banco ha tenido que hacer un esfuerzo importante para cubrir la falta de ingresos por la pandemia, pero no pueden tolerar lo que este equipo transmite sobre la pista. La planificación ha saltado por los aires sin llegar al primer mes de competición. Han estallado las costuras, se ven las carencias de una plantilla que ya se atisbaba desequilibrada en el análisis previo y que, en esta situación de colapso, parece aún peor de lo que pensaba. Hay demasiados agujeros negros, jugadores como Gerun, Thompson, Waczynski, se acerca Mekel, que no muestran repetidamente el nivel para jugar en el Unicaja. Se arrastra también a otros, como Bouteille, del que se percibe que no tiene la confianza del entrenador. Carlos Suárez aún no está para ayudar, Abromaitis hizo un partido pobre, Rubén Guerrero sigue a años luz del de enero y Francis Alonso tuvo un partido malo en el tiro. Quedan pocos agarraderos, apenas un Darío Brizuela a veces alocado pero siempre voluntarioso y un Alberto Díaz orgulloso que se negó a ser humillado en la segunda mitad y mantuvo al equipo en el partido. Nzosa, siendo el mejor pívot de la plantilla a día de hoy, no puede ocultar el bosque y sigue su lógico proceso de aprendizaje. Tiene 16 años.

Luis Casimiro está desbordado. El entrenador pulsa teclas, a veces parece que aleatoriamente, pero casi nada funciona, no atina a hacer competitivo a un equipo que ha perdido cuatro de sus primeros seis partidos. Pero es que las sensaciones son peores que los números. Se vendió la continuidad del bloque como un triunfo porque se saldría desde un punto superior de conjunción y conocimiento mutuo, no habría que pasar proceso de adaptación. Cuesta pensar que se pueda caer más bajo, pero también se ve complicado mejorar. Hay jugadores que chocan entre sí al ejecutar los sistemas en ataque o en defensa, matando o dejando libre espacios. Cuando hay una mejor actitud y esfuerzo defensivo, no se anota.

Los primeros 20 minutos fueron de museo del horror. 58-39, por 19 perdía el equipo malagueño después de un vergonzosa primera mitad, impropia de un equipo de nivel. “Defendimos bien en el primer cuarto, pero hicimos faltas estúpidas”, analizaba Casimiro al descanso. Lo del segundo no tuvo nombre. El Mornar Bar, con algunos jugadores de trayectoria muy respetable y con cierto talento para meter, no tenía piedad mientras el Unicaja arrastraba los pies. Y hacía sangre, hasta con pases por la espalda para habilitar canastas.

En la segunda mitad, el Unicaja tuvo un punto más de intensidad y voluntad, pero no estuvo realmente nunca con la opción de competir el partido, sólo bajó de los 10 puntos de desventaja en falta de minuto y medio. Se vieron defensas más agresivas, pero otro de los problemas de este equipo, no valorado al principio, es que tiene un déficit físico y atlético importante, que también se nota ante contrarios de nivel medio-bajo de la Eurocup. Con Alberto Díaz intentando salvar los muebles, se pudo pensar que el equipo no es tan malo como parece. Pero, ahora mismo, el Unicaja no parece capaz de ganarle a nadie. El baloncesto cambia, se encajan y cambian piezas y algo puede funcionar y desde ahí crecer Por eso, más temprano que tarde, hay que tomar medidas. Porque una temporada así no la aguanta nadie.

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