El extraño trance que puso en riesgo el triunfo

Unicaja Baloncesto

El Unicaja perdió sólo tres balones hasta el minuto 34 y, en sólo 41 segundos, perdió cuatro que dieron vida al Valencia

Alberto Díaz bota el balón.
Alberto Díaz bota el balón. / Acb Photo

Una de las claves de la victoria del Unicaja, más allá de una actitud enorme, fue la extraordinaria concentración que demostró el equipo de Luis Casimiro. Un detalle evidente es que, hasta el minuto 34 de partido, sólo se perdieron tres balones. Un número bajísimo, casi insostenible.

Era previsible que el Valencia, cuando el Unicaja mandaba por 14 puntos (62-76), subiera líneas en la presión y quemara las naves. Y el equipo malagueño entró en un bucle peligroso. En apenas 41 segundos perdió cuatro balones. Desde que quedaba 6:16 hasta que restaba 5:25, Carlos Suárez arriesgó tras un rebote con un pase largo, a Waczynski le robó la bola Vives mientras la subía, el pase de Milosavljevic para Jaime fue robado y Alberto mandó un pase fuera.

Un momento de locura que, afortunadamente, no fue demasiado doloso. El Valencia bajó de los 10 puntos de renta, pero no hizo el daño que pudo causar. Son esos agujeros negros que hay que corregir. De ahí al final, el Unicaja perdió tres balones más, para llegar a hasta 10. Una cifra que se firmaría con sangre en cada partido, pero no tanto si se se pierde uno cada minuto en los siete finales.

"Apretaron al ver el resultado que se les venía encima y nosotros cometimos errores que no deberíamos, que no podemos permitir. Yo en particular también, pero para eso está el equipo, nos ayudamos entre todos y lo dimos todo", explicaba Alberto Díaz. Hay momentos que en el baloncesto son complicados de entender, pero quien ha jugado a alto nivel suele explicar que ni ellos sabrían explicar por qué ocurren. Pero ocurren.

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