Unicaja Baloncesto

Paciencia al mínimo

  • Indignación en el seno del Unicaja con la actuación en Valencia

  • Reunión con la plantilla para pedir más

El Unicaja hace piña.

El Unicaja hace piña. / Javier Albiñana

Fue una noche difícil para quienes forman parte de la familia del Unicaja. La peor derrota en tres décadas en la ACB y una sensación humillante ante el rival más cercano en el escalafón. Aunque no hubo declaraciones públicas, en la planta noble del club había una gran indignación con la imagen exhibida por la plantilla en Valencia. El diagnóstico de Casimiro en la sala de prensa, el “se ha tocado fondo”, obligaba a la reflexión. Se prefirió trabajar entre bambalinas antes que mandar un mensaje en caliente.

La plantilla llegó desde Valencia en AVE y se dirigió directamente al Martín Carpena. Allí estaba el director deportivo, Carlos Jiménez, que se reunió con técnico y jugadores para hacerles ver que actuaciones como la de Valencia no son tolerables. Es una situación delicada. La temporada, en abril, parece con fecha de caducidad y sin objetivos claros. La manera de demostrar que en la plantilla había aún hambre era, al menos, competir en Valencia. Las dos victorias de distancia más el average a seis jornadas del final parecen difíciles de levantar. Pero ya no es cuestión de ser cuartos, sextos u octavos. El equipo se ha caído y la imagen fue patética.

Los dos próximos partidos, el domingo ante el San Pablo Burgos y el miércoles ante el Movistar Estudiantes, es el tiempo de gracia que queda antes de alguna solución drástica, así se le transmitió a jugadores y técnicos. Aunque en 2019 la sensación es, salvo algún chispazo, de que el equipo se va cayendo progresivamente, la situación en la tabla de la ACB no era mala objetivamente. Una victoria en Valencia era el cuarto puesto, lugar por el que se peleaba. Es ese partido el que hace sonar definitivamente la alarma.

Aunque parezca que sin la Euroliga se ha evaporado el objetivo más sabroso, que así es, hay bastantes cosas en juego en este final de temporada. El futuro de parte de la plantilla. En días como el de ayer se recuerda aquella frase de J. B. Toshack pensando en el futuro de la plantilla, quedarían pocos en pie. Evidentemente, hay que valorar el largo plazo, pero la personalidad de la plantilla está bajo sospecha. No hay quejas del trabajo, salvo algún caso puntual, del plantel. Pero en los partidos se está empequeñeciendo.

Y esto es baloncesto profesional. Ver cómo en Valencia Shermadini perdía rebotes que tenía en la mano, la pérdida de energía de un Milosavljevic que ha dejado de jugar como lobo hambriento, algún balón extraviado extrañamente inusual de Alberto o tiros sin tocar aro de Jaime, todo junto, denota que el mal es colectivo, que no se puede personalizar en uno u otro jugador.

La plantilla sigue preparando el partido del próximo domingo ante el San Pablo Burgos. Es de complicación alta. El estado de nervios colectivo, una afición desencantada y un rival que está a tres victorias y que ya venció en tierras burgalesas conforman un cóctel peligroso. La paciencia se agota y, pensando en el futuro, el tramo final de temporada tiene más consecuencias de las que pueda parecer. El futuro de técnico y muchos jugadores está en juego.

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