Josh Adams parece un tipo imprevisible. De pronto entrena con unas zapatillas Nike y después juega con unas Adidas. O viceversa. En el Buesa lucía la marca de la pipa. Alterna momentos de una brillantez tremenda con otros que invitan a la desesperación. Hay que acostumbrarse a lo que puede dar y quitar el base de Phoenix, un hombre que se ha tomado su etapa en el Unicaja como un periodo de reivindicación. Metido, integrado en la dinámica, suele referirse a compañeros y entrenadores en términos muy elogiosos. Ya se sabe que el principio de temporada es de buenos propósitos y después pueden llegar momentos de fricción. Pero Adams sabe que está en un lugar perfecto para relanzar una carrera que se vaticinaba prometedora por sus cualidades especiales.

Es Adams un jugador más impulsivo que cerebral. Juega al baloncesto por instinto y con el aro en la cabeza. A Casimiro le gusta, le ve cualidades desequilibrantes que no abundan en Europa. De momento, está adquiriendo un liderazgo en ataque al que se hace acreedor subido en una ola positiva de confianza, que ha mantenido desde la pretemporada a diferencia de un Avramovic que aún debe tomarle el pulso a la ACB y entender bien el rol que tiene en el equipo.

Adams ha entablado una buena relación, también fuera de la pista con Jaime Fernández. Deberá ser fructífera también dentro. Con ellos a la vez en el parqué, el ataque cajista tiene una doble amenaza creativa. Tiene el contrapunto de que defensivamente puede flaquear, aunque en Vitoria no fue mal del todo. Jaime, pese a no estar acertado en ataque hasta los tiros libres finales, forzó faltas en ataque y metió matos de manera constante para causar alguna pérdida. Adams tiene las herramientos para ser un defensor en 1x1 de gran nivel, unas piernas poderosas y agilidad. Le falta profundizar en la lectura de lo que el entrenador quiere. Y ponerse, claro.

En un baloncesto en el que la dirección de juego tiende a difuminarse entre los puestos uno y dos y en el que se ve a jugadores interiores subir la bola cada vez con más frecuencia, es el caso de Carlos Suárez en el Unicaja, esa conexión entre Jaime y Adams puede ofrecer buenos resultados a Casimiro, que también está en proceso aún de distribución de roles y responsabilidad. Eso sí, su fe en Jaime es absoluta, véase el partido de Vitoria.

Cuando se acometió su fichaje, la idea instalada sobre Adams era la de un jugador con más recursos para la penetración que como tirador. En este arranque de temporada está sucediendo justo lo contrario. Está asumiendo un volumen muy alto de tiro exterior, seis triples y medio por encuentro lanzados. Sucede que está teniendo un porcentaje ciertamente insostenible en el resto de la temporada. Lleva 16/26, justo cuatro triples metidos por encuentro para un 61.5% de lanzamiento. Todo lo que sea lanzar por encima del 40% en frecuentes lanzadores se da por bueno a estos niveles.

Así que hay que prever un descenso en esa alta productividad, que está ayudando bastante en momentos en los que la estructura ofensiva del equipo aún está cogida con alfileres. Adams promedia 17.8 puntos por encuentro y es el hombre más empleado por Casimiro (24:23 minutos). Está tirando de dos menos, la mitad justo (6/13 para un 46.2%), aunque este acierto puede abrirle más vías de llegada hacia el aro. Y saca cuatro faltas por partido, algo previsible por su facilidad de desborde y potencia. Optimizarla es su reto y el de Casimiro.

Adams ha caído de pie en Málaga. Cuelga frecuentemente a través de las redes vistas desde su piso en la playa de la Misericordia, donde coinciden varios compañeros de la plantilla, y se ha integrado bien en el club. Un detalle que habla de ello. Cuando la jugadora del equipo femenino Shayna Gore decidió marcharse a los pocos días de aterrizar en Málaga, Adams estuvo con ella hablando un buen rato e intentando tranquilizarla para ayudarla a pasar un momento malo al principio de salir de su casa. En la pista, es una de las sensaciones en el arranque de la temporada y sus triples matadores ante el Baskonia han multiplicado su visibilidad a nivel nacional.