Así es Chris Duarte, un chico que pedía limosna y pasaba hambre: "¡Nunca dejes que el miedo al qué dirán te impida seguir adelante!"
El flamante fichaje del Unicaja pasó penurias en su infancia y adolescencia, tiene dos hijos y privilegia la familia: "Si realmente crees en lo que haces y trabajas con disciplina, los resultados hablarán por sí solos"
Alberto Díaz sabe cómo se las gasta
A principios de semana era un jugador desconocido para el grueso de la afición del Unicaja. Ahora Chris Duarte es uno de los jugadores que más expectación ha causado en la historia del club al consumarse su fichaje. Seguramente el que más en la era de redes sociales. Es un jugador de un calibre insondable en Europa, con una cualidades potenciales dominadoras a este lado del charco. El club malagueño anunciaba este jueves su contratación por dos temporadas con opción a una más extra. Tendrá un sueldo potente, se hace una inversión fuerte, pero se estima que es un jugador que puede ofrecer algo distinto y llevar al equipo a otra dimensión.
El proceso requerirá de paciencia. El baloncesto FIBA, el europeo en particular, tiene sus códigos y dificultades, incluso para talentos superlativos. No es sencilla la adaptación. Con 28 años, Duarte viene a Europa. Ya pudo hacerlo en su etapa universitaria, cuando necesitaba el dinero, pero prefirió seguir la senda de la NCAA para apuntalar un puesto 13 en el draft que le cambió la vida. No es frecuente ser elegido con 24 años, después de empezar tarde y un año parado por cambio de universidad (castigo que ha desaparecido con la nueva normativa), en un puesto tan alto. Se ha relatado su etapa en Indiana, con año de rookie tremendo (13.1 puntos por partido) compartiendo equipo con Domas Sabonis. Después, la curva ha sido descendente. Ni en Sacramento ni en Chicago remontó el vuelo. En marzo llegó a Puerto Rico para jugar la BSN para no perder el hilo con los Vaqueros de Bayamón. La pasada madrugada empezaba los play off.
¿De dónde viene Chris Duarte? Su vida es dura y una historia de superación. Su padre biológico, canadiense, falleció cuando él era un bebé. Nacido en Puerto Plata, una bella localidad turística al norte de la isla de 300.000 habitantes. Allí jugaba al béisbol, pero acabaría decantándose por el baloncesto. Leonardo Sánchez es su padre adoptivo. “Leonardo es mi papá y yo quería hacer todo lo de él. Me desencanté de la pelota. Y como yo era alto, pues empecé a jugar baloncesto. Después de que me pegaran un pelotazo me decidí por el baloncesto” comentaba Duarte en una entrevista con El Caribe.
A los 15 años, Duarte partió hacia Miami. “Me fui con mi maleta y nada más, sin dinero, ni teléfono. Allá pude aprender, pero luego volví para acá (Puerto Plata), porque no me gustaba el trato que me dieron”, decía. De ahí a Philadelphia, donde vivió con su entrenador. Pasó a Canadá, donde estaban sus raíces, y llegó a Massachusetts, en una zona rural de Nueva Inglaterra para terminar el instituto. "Duré dos años en Norfolk, Massachusetts, era bien frío aquello. Mi papá vivía allí. Muy, muy frío. Ahí se me vino el mundo abajo. Ahí yo tenía que pedir para poder viajar a los partidos. A la gente, en un mall, o en un Walmart (grandes almacenes). Nos poníamos afuera, la temperatura es -3 o -4. Nosotros teníamos como un cubito y nos poníamos, yo sin saber hablar inglés. Entonces ellos veían y nosotros teníamos algo escrito en el cubito y nos echaban dinero. Estabas en una escuela en la que tú vives ahí, duermes, comes, todo. Un internado, prácticamente. Pasé por ese proceso dos años. Limpiando, cortando matas. Me motivaba que yo no quería virar para atrás", era el duro relato en un podcast, no hace tanto tiempo que ocurrió, del ya jugador del Unicaja.
"Yo jugaba en una Prepschool, una liga abierta. Yo no quería volver para a Dominicana a jugar por dos mil pesitos. Yo no quería eso. Yo no le contaba a mi mamá. A mi papá, sí, yo le contaba. Yo lo que hacía era que pasaba hambre, sacrificio, trabajo, todo", decía de manera descarnada Duarte sobre cuáles fueron sus primeros pasos hasta entrar en la universidad. Eligió Northwest Florida State, donde coincidió con dos jugadores ACB como su compatriota Andrés Feliz y el catalán Eric Vila. Siguieron dos temporadas en Oregon. "El talento que yo tengo, y Dios, que yo tengo mucha fe, y el trabajo que yo pongo, que me ayudó porque pocas veces tuve un muchacho de 24 años siendo un lottery pick. La mayoría de las veces los niños que vienen subiendo de high school. Yo tenía la presión de la edad, la presión de la familia. Yo decidí volver a Oregon por un segundo año. Mi hijo nació yo terminando el primer año en Oregon. O sea, que tenía mucho más presión. Porque mi mujer mía vivía con su padre. Yo me sentía ya que debía mantener mi familia, como un hombre. Entonces, tenía mucha presión. Tenía oferta en Europa. Y decidí, gracias a las personas alrededor mío, que tomamos una muy buena decisión, decidí irme para atrás para la universidad por un año. Me acuerdo que me sentaron y me dijeron, ¿qué quieres? ¿Quieres miles o quieres millones? Tú puedes pelear por los millones, los miles van a estar ahí si tú fracasas. Y decidí quedarme ahí por un año más", proseguía.
En su primer partido en la NBA, tras ser elegido por los Pacers, metió 27 puntos, la puntuación más alta en un debut de un joven. "Yo no sabía ni qué decir. A mí cuando me entrevistaron después del partido me dijeron 'rompiste este récord de rookie, de más puntos' y yo me quedé, ah, guau. Tú me entiendes. Yo trabajo para esto. Yo trabajo para jugar y dar lo mejor de mí, siempre", es la declaración de intenciones de Chris Duarte, el jugador fichado por el Unicaja por los dos próximos años y medio que ha revolucionado la actualidad del equipo malagueño por lo que promete. En Chicago pasó una época de displicencia, se ha reencontrado vitalmente en Puerto Rico y el Unicaja le sedujo para que siguiera aquí su carrera.
"Desde los 12 años aprendí a tomar mis propias decisiones sin miedo a lo que los demás dijeran o pensaran. Siempre he seguido mis instintos porque confío en Dios y en el camino que Él tiene para mí. Sé que, tarde o temprano, todo saldrá bien. No ha sido fácil, pero he aprendido que cuando actúas con fe y determinación, las puertas se abren en el momento indicado. A veces las personas no entenderán tu visión, dudarán de ti o intentarán desviarte, pero si realmente crees en lo que haces y trabajas con disciplina, los resultados hablarán por sí solos. Confía en el proceso, mantente firme en tus valores y nunca dejes que el miedo al qué dirán te impida seguir adelante. Lo mejor siempre está por venir!", escribía hace cuatro meses en Instagram, recién llegado a Puerto Rico. Málaga es su siguiente estación.
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