España descorcha este jueves el Eurobásket de 2022. En la capital de Georgia, Tbilisi, los de Sergio Scariolo se miden a Bulgaria (13:30 horas, Cuatro). Ahí estarán Alberto Díaz y Darío Brizuela, dos de los que participan de esta transición. Dos a los que se le ha abierto una puerta hacia un escenario gigante. Es el primer gran torneo, que acabarán este año con 28. Les llega en un momento de madurez, quizá inesperado. Habían sido parte importante del bloque de las ventanas, al que se les había negado el Mundial'19 o los Juegos Olímpicos'21. Pero las circunstancias ahora son otras. 

El malagueño fue llamado de urgencia y eso, de primeras, manda un mensaje claro. Va a ser uno de los soldados del bresciano, el que marque el nivel atrás. Con Lorenzo Brown con licencia, seguramente uno de los líderes de este grupo en la pista, el canterano cajista tratará de ser protagonista en su rol. Sabe para qué lo quieren, que es lo que mejor sabe hacer. Otro escaparate fantástico para el vasco, siempre más bajo los focos. Es el agitador del seleccionador, el que tiene el veneno. Un tipo de jugador que puede solventarte días, clave en un torneo corto. En un papel distinto al de Málaga ha encontrado su hueco para sobrevivir y dar puntos. Uno de los que más y mejor ha aprovechado la preparación. 

Es una noticia para contextualizar en el Unicaja. Pierde dos hombres importantes para un septiembre que puede ser clave para después. Y por otro lado se revalorizan dos piezas, cuatro con Perry y Lima, en campeonatos de máxima exposición. Desde el Eurobásket'13 con Germán Gabriel no tenía un jugador con la selección española. Desde el de 2009 un malagueño, Berni Rodríguez. Hay que remontarse al Mundial'06 para tener varios cajistas, con el escolta, Carlos Cabezas y Carlos Jiménez. El último ahora es Team Manager. Con España también está Ángel Sánchez-Cañete y los malagueños Enri Salinas y Carlos Salas. Hoy en Tbilisi se abre un nuevo universo para Darío Brizuela y Alberto Díaz, la lanza y el escudo de España.