MoraBanc Andorra-Unicaja: Ridículo en los Pirineos (98-74)

Fantasmagórico partido del Unicaja en Andorra, muy inferior desde el salto inicial ante un rival de zona baja al que no respetó y que le superó en todos los aspectos

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Tyson Pérez bota. / ACB Photo

Terrible partido del Unicaja en Andorra, una derrota hiriente (98-74). No es cuestión de sacar las antorchas, pero esto no es caer en Tenerife o ante el Barça. Lo que se vio al pie de los Pirineos fue algo mucho más preocupante. Un equipo superado desde el minuto al 40 por otro que quiso mucho más la victoria. La energía, la actividad y la actitud van antes que el juego, los sistemas y los mecanismos. Y no hubo de lo primero en el Unicaja, apenas unos minutos ilusionantes de Duarte cuando aún había partido. Sobrepasado en deseo, el equipo malagueño fue muy vulgar y un juguete en las manos del Andorra. Se asume que se necesita tiempo, que caerán más derrotas esta temporada con la reconstrucción y nadie debería llevarse las manos a la cabeza. Pero cuando hay un partido a la semana es más difícil excusar este esperpento. Y una lesión, aunque descuadre y sea de un jugador clave en la rotación, no es una excusa. Seguramente habrá decisiones.

La salida al partido del Unicaja ya fue desoladora, con la excepción de un enchufado Chris Duarte. Una pasividad defensiva contagiosa, una falta de energía en balones divididos y el rebote preocupantes y un acierto marciano del MoraBanc, siempre por encima del 70% hasta el descanso. La diferencia fue creciendo (24-12 y tiempo muerto de Ibon Navarro). Había tramos también de deficiente ataque, mala ocupación de espacios y un par de finales de posesión sin poder tirar. 35-19 era el marcador tras 10 minutos, con un Stan Okoye muy dañino ante Webb.

Pareció cambiar la corriente al inicio del segundo cuarto, con un par de triples y otro tiro de seis metros de James Webb y una mejoría atrás que permitía correr y encontrar situaciones más favorables para correr. Pero no duró mucho el efecto. Con las rotaciones el MoraBanc creció de nuevo, Joan Plaza cambió la tendencia con su tiempo muerto (bajó hasta ocho puntos la renta el equipo malagueño) y, pese a que Duarte seguía metiendo (15 puntos al descanso), la distancia tras 20 minutos era de 16 tantos (57-41), en un horripilante periodo, al nivel de lo peor de la era Ibon Navarro, algo que se ha visto pocas veces.

Tras el descanso, el panorama no mejoró, al contrario, con el partido instalado ya por encima de los 20 puntos de diferencia. Detalles ya de desesperación, de faltas a destiempo, de balones que se escurrían de las manos, de ver cómo el reloj de posesión se agotaba dos ataques consecutivos en las manos de Sulejmanovic, de contemplar cómo Rubén Guerrero bailaba como Olajuwon en la zona... Un Unicaja descorazonador y desconocido que ni siquiera maquillaba pensando en el average de la Copa del Rey. Se entiende que se necesita un tiempo, que al equipo le falta conocerse mejor y que la paciencia debe acompañar estos primeros meses de temporada. Pero esto fue otra cosa, un equipo que fue un alma en pena, con jugadores superados que aún desconocen el lugar al que han llegado y que extravió el ADN que tanto ha hecho vibrar en algún lugar de los Pirineos.

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