Real Madrid - Unicaja: Ya se sabe cuál es el nivel (21:15)

El Unicaja intenta sacar el segundo partido en Madrid después de un estreno muy distante del tope del equipo ante un rival que respeta muchísimo a los de Ibon Navarro

Piropos rivales: "Como si fuera el Fenerbahce o el Olympiacos"

Los jugadores hacen piña.
Los jugadores hacen piña. / ACB Photo

Después de tocar el cielo en la remontada ante el Barcelona, tres días después el Unicaja tomó tierra en Madrid. El Real le enseñó el nivel que deberá alcanzar si quiere competir de verdad por alcanzar la final de la Liga Endesa, el objetivo soñado por técnicos y jugadores, que no parecía imposible vista la trayectoria esta temporada. El choque fue duro, pero ahora hay un mapa claro de situación. El Real Madrid, que no quiere acabar una temporada sin levantar el título, se ha tomado la eliminatoria como una cuestión de honor. El Unicaja le ha derrotado en dos finales, Copa y Supercopa, esta temporada con bastante solvencia. Algo que no se digiere bien en la capital, donde sólo vale la victoria.

No deja de ser un piropo para el nivel que ha alcanzado el Unicaja que Dzanan Musa (23 puntos, un cuchillo en el primer partido) dijera que se había preparado el partido como si enfrente estuviera “el Fenerbahce o el Olympiacos”. Por ahí fueron también declaraciones previas de Chus Mateo y Mario Hezonja. El asunto es que no se quedaron en las palabras, también hubo hechos. Jugadores que habitualmente dan algún pase de pecho y no se emplean a fondo atrás lo hicieron este miércoles en el Movistar Arena. Verles hacer el balance defensivo, impedir un solo punto de contraataque mientras había partido real o ser disciplinados como no siempre lo es el Real es una muestra de respeto hacia lo que es hoy en día el Unicaja. No hay mayor reconocimiento que el de los colegas.

Además de un partido bastante bueno del Real Madrid, el equipo malagueño estuvo muy lejos de sus mejores niveles. Había habido tres días de distancia, pero la recuperación física o mental, o de ambas, no fue la idónea. A estas alturas de temporada pesan ambos factores. El domingo pasado hubo un ejercicio de supervivencia que sólo se entiende en un equipo tremendamente ganador como es este Unicaja. Se ha trabajado para llegar a este tramo en el máximo nivel posible después de una temporada que arrancó en septiembre y que desde entonces no ha dejado de tener picos de exigencias, pero se tiene una plantilla de 14 efectivos, varios tocados y alguno fuera mentalmente, y se han jugado 20 partidos menos que el rival en el curso. Es el listón que se ha ido poniendo progresivamente el equipo de Ibon Navarro con sus victorias y con su gran baloncesto, el de competir, no la exigencia de ganar, con los mejores. Pero ello implica una consideración y una preparación de los rivales que también complica la dificultad de los rivales.

Para competir este viernes es innegociable una elevación de la agresividad y la concentración. No ayudó que el Madrid metiera nueve triples en el primer cuarto, pero también hubo demasiados tiros cómodos. Las pérdidas fueron elevadas y el alto acierto rival impidió correr, más allá de su buen hacer defensivo. Es un bloque el Unicaja en el que la importancia está muy repartida, pero hay jugadores esenciales, que marcan el estilo. Kendrick Perry quizá sea el que más lo define y estuvo inusualmente falto de energía. Otros jugadores marcaron la raya, como Ejim, con ganas de competir. Hay que ver si Osetkowski está operativo para echar una mano, una buena versión del californiano daría aire aunque los precedentes no son muy halagüeños.

Se trata de competir y de explorar los límites, lo normal es perder contra el Madrid, lo extraordinario es ganarle. Haber convertido lo extraordinario en normal ha alertado al contrario de las bondades del Unicaja. Y es un motivo más para honrarle y exigirle con la mejor versión posible.

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