Xavier Castañeda, un laberinto de altura

Sintomático su descarte ante el Barça, el americano transita en un proceso de integración que va demasiado despacio dentro de un rol fundamental en la plantilla

Duarte, la cara B de la estrella

Xavier Castañeda. / ACB PHOTO

Xavier Castañeda llegó este verano al Unicaja con la misión de ocupar un rol crucial: reemplazar a Tyson Carter como un tercer generador exterior del equipo. Había mostrado su calidad con el Bourg en Francia, una liga con gran presencia en las competiciones europeas, no solo con los jerarcas Mónaco, París y Asvel, también conviven varios conjuntos de menor entidad en BCL o Eurocup. Hasta febrero, Castañeda había dominado esa competición, consolidando su proyección como un jugador prometedor, una clara vertiente en la estrategia del Unicaja en el mercado y con el precedente del propio Tyson Carter como espejo, siendo dos jugadores de diferente molde y características. Sin embargo, desde su incorporación ha quedado claro que este proceso de adaptación va a ser más lento de lo habitual. Quedó todavía más claro tras ese descarte desagradable con Bosnia del Eurobasket, un indicio de que esa integración iba a ser gradual.

El jugador venía de seis meses sin competir debido a un problema en el tobillo, con paso por quirófano incluido, y en las últimas semanas han surgido nuevas molestias en el hombro y la muñeca, más ese virus que le golpeó antes de volar a Singapur. Pese a que son problemas menores, han complicado la recuperación y la reincorporación completa a la dinámica del equipo. Su situación física se refleja directamente en la pista. En partido su lenguaje corporal es muy manifiesto, con poca confianza a la hora de ejecutar decisiones, incluso en lo que hasta ahora era su mayor virtud, el tiro. Es un jugador al que le cuesta pisar pintura y generar desequilibrio en el uno contra uno. Apenas ha mostrado destellos de su capacidad, como aquel partido frente al Mersin en el Carpena, que sirvió de breve luz en un proceso que sigue siendo arduo y desafiante. El reto se complica aún más por su carácter introvertido y algo distante, que no siempre facilita la extracción de su potencial al máximo. Esto añade otra capa de complejidad a su integración, aunque desde el club siguen valorando positivamente su actitud en los entrenamientos, donde sí se muestra activo y confiado.

Ha mostrado alguna ráfaga de buen jugador de baloncesto, en capacidad de pase y lectura de juego. Pero el contexto del equipo, su rol y el cómo se ideó la planificación, la necesidad es algo mayor que otro hueco en la plantilla. En esa generación y que el juego fluya en ataque, la dependencia sobre Kendrick Perry se acentúa, pero es un jugador que va a cumplir 33 años, y es necesario dosificar esfuerzos y evitar sobrecargarlo, pensando con las luces largas; y Chris Duarte, con un proceso particular en el ecosistema tan particular que se ha creado, debería tardar en el fin que se pretende, ese jugador que ponga el techo. Castañeda debía ser la tercera vía de generación exterior, un rol clave en un baloncesto actual donde la multiplicidad de generadores se ha convertido en una de las nuevas tendencias del baloncesto europeo. La necesidad de contar con varias alternativas para crear juego se vio clara en la Supercopa frente al Valencia o ante el Barça, los dos exámenes de Euroliga hasta ahora. Parece existir esa carencia para partidos de esta dimensión, visible en quintetos sin Perry y Duarte. Dos rivales de la aristocracia y el Unicaja no está ahora mismo ahí, pero es una señal.

“Siempre echo de menos al que no juega. Todo el mundo aporta muchas cosas, entonces evidentemente cuando el partido va avanzando, te vas acordando del jugador que no juega. Es una cuestión de tamaño. No es fácil jugar contra el Barça con dos pequeños por el tamaño que tienen, y queríamos limitar las acciones de los exteriores con los cambios con los cuatros, mandar a Xavier con Shengelia habría sido complicado. No hay otro motivo”, razonaba Ibon Navarro el descarte de Castañeda ante el Barça. Cuestión técnica, pero es sintomático. No sorprendió por la tendencia reciente del americano, con escaso peso en Gran Canaria y Grecia ante el Karditsa tras esa creencia positiva que expandió ante el Mersin en el Carpena. Es inevitable recurrir a lo que se viene (dominaba Carter en Euroliga hasta sufrir esa embolia). Es un jugador que se tenía muy visto meses atrás, imaginando y dando por hecho la salida del escolta de Misisipi. Junto con Duarte, cada uno con su casuística, los dos jugadores que solo pueden crecer. Vienen algunas semanas limpias hasta diciembre, útiles para seguir construyendo. Un desafío enorme (o de altura), de los más complejos de este ciclo a la hora de encajar a un jugador. Y con esa plaza de extracomunitario libre por si se acude al mercado, en un momento de descartes de NBA o jugadores que se mueven por Europa.

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