El pesquero 'Dolores Lazo' toma el rumbo en la Caleta de Vélez
Su modelo se basaría en la sostenibilidad, con el lema de "no queremos pescar más, queremos pescar mejor"
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Amanece en Caleta de Vélez, las olas chocan contra el espigón y las gaviotas aparecen en manada en una arena que todavía está fría y húmeda después del rocío de la noche. A un par de kilómetros, y tras pasar una zona de piedras donde los adolescentes se tiran en bomba, se encuentra el puerto de La Caleta de Vélez, uno de los que genera más producción de pescado a nivel nacional.
Entre los cerqueros que se balancean y llevan el pescado cada noche, se encuentra uno que destaca por su historia, por su gente y por su propósito. Se llama el Dolores Lazo y, aunque no tenga las dimensiones de La Perla Negra de Piratas del Caribe, en su cubierta navega la tercera generación de una familia que ahora está empeñada en cambiar el rumbo de la pesca en la Axarquía.
Gabriel y Teresa, los que lideran ahora mismo la tradición pesquera de su familia, iniciada por su abuelo a finales del siglo XX, buscan que el Dolores Lazo siga faenando con una visión basada en la sostenibilidad. “No queremos pescar más, queremos pescar mejor”, afirma Gabriel.
Teresa, una de las pocas mujeres
Teresa, con apenas 26 años, es una de las pocas mujeres en la lonja de la Caleta de Vélez. “En el puerto somos dos, una de un marisquero y yo. Pero eso también queremos cambiarlo, queremos que la mujer también pueda pescar y que no sea solo un trabajo visto y realizado por los hombres”.
Para ellos la pesca no es un oficio, sino una forma de vivir, de pensar. “Hay una imagen muy equivocada del pescador”, dice Gabriel. “Al pescador se le ve como alguien sin estudios, sin oportunidades, pero la realidad no es así. En nuestro barco la gran mayoría tiene una mínima formación relacionada con la pesca”, expresa el hermano con mayor.
El proyecto nace con una idea clara: hacer de la pesca en la Axarquía un modelo sostenible y justo para todos. “Queremos demostrar que se puede ganar lo suficiente pescando menos”, explica Gabriel. El Pesquero Dolores Lazo practica la pesca de cerco, una modalidad que, bien gestionada, permite seleccionar las capturas y devolver vivas al mar los productos que no se van a vender o no se pueden vender.
El objetivo final del proyecto
La meta es sencilla, porque tienen las ideas muy claras, pero difícil y revolucionario al mismo tiempo. Porque reducir el esfuerzo extractivo, mantener la rentabilidad y garantizar la regeneración de los ecosistemas marinos no se da ‘ni en los sueños’. “El mar es nuestro aliado, no nuestro enemigo. Si lo cuidamos, él nos cuidará”, añade Teresa.
Esta filosofía que proponen Gabriel y Teresa no solo implica una forma diferente de coger el producto, sino de vender. Los hermanos Lazo sueñan con acortar la cadena que hay entre el barco y el consumidor para que el precio del pescado refleje realmente todo el trabajo que hay detrás de cada corcho. “En la lonja muchas veces un corcho de ocho kilos se paga a cuatro o cinco euros. Luego un espeto de sardinas te cuesta seis o cinco euros en cualquier chiringuito de la zona”, se lamenta Teresa por la situación que vive actualmente la pesca.
Por eso, les gustaría trabajar en acuerdos directos con intermediarios que busquen llegar al consumidor final con un producto mucho más fresco y transparente. “Si conseguimos que el cliente sepa quién ha pescado su sardina, entenderá por qué vale lo que vale. Y eso, bajo mi punto de vista, lo cambia todo”, afirma Gabriel.
Las dificultades que se prensentan
El proyecto del Dolores Lazo, por lo tanto, no está exento de esas dificultades que todos los pescadores viven en el día a día. En el puerto de la Caleta de Vélez, muchos siguen creyendo que “cuanto más se pesca, más se gana”, algo en lo que Gabriel, según su filosofía de ver esto, no está de acuerdo. “Nos criticarán, se reirán, pero eso nos hace mucho más fuertes a nosotros”, explica con un rostro serio, pero a la vez sereno.
“Queremos predicar con el ejemplo y poder demostrar que otra pesca es posible y buena para todos”, argumenta Gabriel sobre su modelo de pesca sostenible. Ambos saben que el cambio no va a ser de la noche a la mañana. “Para lograrlo hace falta la unión de todos nosotros, pero eso es aún más difícil”, dicen ambos al unísono.
La Caleta de Vélez ha sido siempre uno de los puertos más reconocidos en toda Andalucía. Ahora, según los hermanos, no sigue su mejor momento en cuanto a trabajadores, ya que la juventud ha ido abandonando ese oficio con los años debido a todo el sacrificio que conlleva. “Cada vez somos menos los jóvenes que trabajamos en esto”, lamenta Teresa.
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