EDITORIAL
Toda preparación es poca ante los temporales
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Por fin ha llegado el momento del Ecce Homo, sereno, dolido y entregado, como en el pueblo de Jerusalén siglos atrás. El conjunto escultórico, que muestra la escena en la que se elige liberar a Barrabás, ha vuelto a provocar emoción en algunos de los presentes, de todas las edades, desde los más pequeños –los nietos– hasta los más mayores –los abuelos–. La salida ha sido pausada, majestuosa, contenida. Con la seriedad que caracteriza a los "servitas blancos". Con una humildad imponente. Bajo el son de la Banda de Cornetas y Tambores del Paso y Esperanza, se ha mecido con cautela cuesta abajo y ha marchado acompañado por la devoción de la multitud.
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