Redescubriendo la provincia

Ruta entre Campillos y los embalses del Guadalhorce: visita a las lagunas campilleras

  • La etapa 19 de la Gran Senda de Málaga se mueve entre charcas y montañas

  • El agua, así como la flora y la rica fauna que existe alrededor de estos ecosistemas, nos aguardan

El sendero pasea junto al pantano del Guadalhorce.

El sendero pasea junto al pantano del Guadalhorce.

Todo está subiendo estos días: la temperatura, la libertad, las ganas de salir a la calle, los impuestos, los planes a muy largo plazo para que los españoles del 2050 vivan como reyes, seres que serán más altos, más inteligentes, sabios y tolerantes… Pero mientras llega ese futuro día a lo La fuga de Logan, aprovechemos las primeras subidas que hemos mencionado para recorrer la ruta que enlaza a Campillos con los embalses del Guadalhorce, la etapa 19 de Gran Senda de Málaga, una senda llana que permite visitar el complejo de lagunas campillero.

En el trazado de este camino el agua, de salinidad alta, será la gran protagonista por el rosario de grandes charcas de agua que es esta reserva natural de las Lagunas de Campillos, pero también por la esplendorosa zona de los pantanos, donde se localizan los del Guadalhorce, Guadalteba y Conde de Guadalhorce, unas de las grandes obras hidráulicas de principios del siglo XX de la provincia.

Recordar que por estos lares ya hablamos de una ruta, la que conecta las lagunas de Fuente de Piedra a Campillos que puede muy bien complementar a esta de hoy. De modo que la etapa 19 se aúna con otras para realizar un retrato completo de las lagunas de la zona norte de la provincia de Málaga.

Pero empecemos que si no nos vamos por las ramas y nos da por seguir hablando del superplan 2050 en lugar de describir los 23 kilómetros en los que se extiende esta senda y que haremos en unas cinco horas, claro está, dependiendo del ritmo que llevemos.

El sendero empieza, como ya habrán adivinado, en Campillos, en la calle del Doctor Óscar Fernández hacia el Camino de Antequera en la zona de Velasco. El recorrido parte hacia el sur realizando algunos quiebros y giros para ir descubriendo lagunas, al principio, o hacia la mitad para evitar las interferencias de las zonas de cultivo y las infraestructuras de comunicaciones.

La senda se cruza con campos de cereales y otros cultivos. La senda se cruza con campos de cereales y otros cultivos.

La senda se cruza con campos de cereales y otros cultivos. / malaga.es

A media distancia de las lagunas Dulce y Salada, se deja atrás el cortijo de la Rondana. La primera laguna es pequeña, la del Cerero, que queda a la derecha bajo el cerro Romeroso y toma su nombre de la cercana cortijada.

Antes de seguir, como siempre con permiso de los muchachos de Wikiloc, enlazamos la ruta completa para aquellos que prefieran un trazado en GPS por encima de las bellas descripciones que solemos hacer en este medio.

La laguna Dulce de Campillos. La laguna Dulce de Campillos.

La laguna Dulce de Campillos. / malaga.es

El entorno en el que están inmersas estas láminas de agua es bastante llano, ligeramente inclinado hacia los embalses y compuesto principalmente por lomas leves. Los paisajes que brindan las lagunas, coloridos e inesperados en medio del secarral, bien merecen el esfuerzo.

El sendero toma el ramal de la Realenga de Carratraca realizando un quiebro. La tierra de secano acoge olivares; las encinas, por su parte, de gran porte, no son muy frecuentes, más bien aparecen como bosquetes. Estas islas de vegetación aportan diversidad y suponen un buen refugio para numerosas especies cinegéticas.

Laguna Salada blanca por su gran, pues eso, salinidad. Laguna Salada blanca por su gran, pues eso, salinidad.

Laguna Salada blanca por su gran, pues eso, salinidad. / malaga.es

Más adelante nos encontramos con la Laguna de Camuñas y un paso elevado para superar los cruces del ferrocarril.

Al lado del cortijo de Capacete está la laguna a la que da nombre: de buenas dimensiones, es una de las que puede aguantar el agua de escorrentía hasta el final del verano.

Caminando seguimos y nos topamos con el primer hito reconocible entre los olivares, el secano y los rodalitos de encinas: el cortijo del Toro y la generalmente seca laguna del mismo nombre.

La laguna de Capacete en un entorno agrícola y ganadero. La laguna de Capacete en un entorno agrícola y ganadero.

La laguna de Capacete en un entorno agrícola y ganadero. / malaga.es

Una extensa recta hacia el sudeste pasa por el centenario cortijo del Montero y sus amplios jardines por donde cruza perpendicularmente el cordel del Camino de Antequera, una antigua vía pecuaria.

Un poco más adelante, descendemos y llegamos a la cabecera de cuenca de dos arroyos que toman su nombre de sendos cerros. El primero es el de Juan Vacas y su arroyo parte hacia el sur, mientras que el más rocoso y empinado que se ve de frente es el de Rodahuevos. Este segundo arroyo se ve hacia el norte, muy encajado y con bastante vegetación autóctona.

Hacia el sur nos aguarda un extenso campo de almendros y, ya con vistas a los pantanos y entre cereales, se cruza el arroyo de Juan Vacas y se accede de nuevo a la carretera de Gobantes.

El cerro de Juan Vacas entre almendros. El cerro de Juan Vacas entre almendros.

El cerro de Juan Vacas entre almendros. / malaga.es

Cuando se llega a la zona de los pantanos se transita por las lomas que separan la cuenca del río Guadalteba de la del Guadalhorce, en la cabecera de cuenca de los citados arroyos de Rodahuevos y Juan Vacas.

La loma de roca arenisca repoblada de pinos que separa los embalses de Guadalteba al oeste y del Guadalhorce al este ofrece unas hermosas vistas sobre el pantano.

Hay dos cortijadas en este tramo que nos marcan la ruta: la primera es la de Rebolo, y después, en ascenso zigzagueante, es la ruina del cortijo del Chopo, donde se tiene una buena panorámica del pantano del Guadalhorce.

De hecho, las vistas son espectaculares.

El embalse de Guadalhorce con Sierra Llana al fondo. El embalse de Guadalhorce con Sierra Llana al fondo.

El embalse de Guadalhorce con Sierra Llana al fondo. / malaga.es

El camino ahora se amolda a las curvas de nivel en el interior del bosque por el que descendemos y se aproxima cada vez más al agua, pero se mantiene siempre una decena de metros por encima hasta llegar de nuevo a la carretera que recorre la zona, donde finaliza esta etapa que nos deja con una sensación extraña al no acabar en una localidad malagueña: habrá que pensar en cómo llegar a un pueblo donde nos pongan de comer.

Aunque, desde luego, habría sido mejor pensarlo antes de comenzar a caminar.

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