El hombre del saco | Crítica

Stranger Gádor

Manolo Solo y los repelentes niños de 'El hombre del saco'.

Manolo Solo y los repelentes niños de 'El hombre del saco'.

Con el inconfundible sello oportunista de la productora de nuestro querido Santiago Segura, El hombre del saco se suma a la oleada de títulos y series inspiradas (es un decir) por Stranger things y todo ese cine de género norteamericano de los ochenta para públicos juveniles.

Nuestro hombre del saco local (de Gádor, Almería, para más señas) es la excusa para sacar las bicicletas y las linternas del trastero y poner a pedalear contra lo sobrenatural a un puñado de chavales salidos de los descartes del casting de Padre no hay más que uno, niños blanditos y de impecable acento castellano que buscan desentrañar el misterio de las desapariciones de otros niños blanditos, inocentes y de impecable acento castellano en los alrededores de un pueblo-decorado marcado por la leyenda.

A su lado, los actores adultos Macarena Gómez, Ruth Gabriel o Manolo Solo (ya le vale) parecen tomarse en serio unos papeles, unos diálogos y unas situaciones bastante ridículas donde nunca asoma esa ironía que ponga un poco de distancia paródica sobre unos materiales de desecho y reciclaje que, desde los efectos especiales hasta la banda sonora, son un mero plagio de saldo de la exitosa serie de Netflix.