Mucho se ha censurado a Apoño porque a veces ha hablado más alto de la cuenta. Con razón o no, no es menos cierto que el malagueño nunca agacha la cabeza ni huye a la prensa cuando se le piden valoraciones en los malos momentos. Ahora no iba a ser menos. Desde su particular relación de amor-odio con la grada, entiende perfectamente el sufrimiento blanquiazul. "Es normal que la afición se mosquee con nosotros; si yo fuera aficionado, también estaría mosqueado", señaló como resaca de la derrota ante Osasuna.

Aunque es muy visceral en el campo, después de los partidos el palmillero suele mirar hacia el futuro con calma y optimismo. He aquí otro ejemplo: "No estamos a 12 o a 15 puntos de la permanencia. Además, particularmente creo que no hay que mirar a los demás; yo en esta situación me miro a mí. Tenemos que enganchar dos victorias seguidas para seguir siendo optimistas. Y a la Real Sociedad se le puede ganar. No es, con todos mis respetos, ni un Real Madrid ni un Barcelona".

Para Apoño, es absolutamente impepinable corregir lo que él entiende como "fallos de concentración en las acciones a balón parado". Además, cree que el equipo necesita algo más de suerte "para materializar las ocasiones que creamos, ya que son muchas pero no las aprovechamos". Con esa receta, cree que la permanencia estará mucho más cerca y revertir la mala clasificación. "Hay mucha mejor plantilla, pero no se refleja", advierte el canterano, que no hará promesas raras si finalmente el Málaga logra quedarse otro año en Primera: "Si nos salvamos sólo podré desahogarme y liberar tensión".