Camino del fútbol total (0-3)

Las trayectorias con las que se presentaban Málaga y Atlético de Madrid, los dos mejores equipos en las siete jornadas anteriores de esta Liga, prometían un bello espectáculo en sus respectivas luchas. Los madrileños, por Europa, por sobrevivir los malagueños. Sin embargo, sobre el verde, que es donde se ha de hablar, la exhibición la dieron los de Pellegrini. Especialmente en una primera parte de manual en la que se aseguraron los 42 puntos que ya lucen en su clasificación.

La tarde de transistores, con cuatro partidos a la seis con la mayoría de los conjuntos que se están jugando el descenso con el Málaga, cuanto menos invitaba a la taquicardia. La victoria del Getafe ante el Almería descendía matemáticamente a los andaluces y hacía que el Málaga saltara al Vicente Calderón por debajo de los de Michel. El triunfo del Racing casi que termina por hundir al Hércules. Un penalti en el tiempo de prolongación del sportinguista Barral devolvía al Deportivo a una realidad con la que soñaba escapar.

Todo empezaba con un triple empate entre los malaguistas, Zaragoza, que hoy juega con Osasuna, y Deportivo. Era el único parapeto ante la última plaza de descenso, la que tiene más acreedores y al menos hasta hoy ocupan los navarros. Era el momento de medir de verdad al Málaga de Pellegrini.

La primera impresión que daban los blanquiazules era de seguridad. Sobre todo atrás. Pese a que a Eliseu se le note que le cuesta adaptarse tácticamente al lateral y por ello le puedan ganar la espalda, el equipo se movía acompasadamente, a la perfección. Una acción individual de Rondón y dos a balón parado de Duda empezaron a meter el miedo al Atlético, obsesionado con que Baptista no tuviera el balón.

Diego Costa quería revertir la situación con sus malas artes intentando desquiciar a los malaguistas. Aunque a punto estuvo, pues Duda fue amonestado por quejarse de un codazo que dio a Jesús Gámez, no lo logró. El buen inicio se fortaleció con una gran internada del lateral fuengiroleño que terminó en el primer gol. Rondón, con la mirada de estar seguro de marcar antes de conectar su cabezazo, encontró un agujero increíble en la defensa rojiblanca.

El Málaga ofrecía un fútbol total. Con balón, sin él. En jugada, en estático o a la contra. El Atlético se veía asfixiado ante la sobriedad y equilibrio malaguista en todas sus líneas. La puntilla la puso Baptista, como no podía ser de otra forma. Una excelente triangulación entre los tres delanteros albicelestes acabó en el octavo tanto del brasileño en los nueve partidos que lleva en Liga.

El desquiciamiento se había trasladado también al banquillo rival. A media hora de la conclusión Quique ya había realizado todos los cambios. No le quedaba otra. Era el síntoma de que los deberes los estaba haciendo el Málaga, a quien le tocó tirar de inteligencia en la segunda mitad.

Sin apenas sufrir, porque la basculación de los blanquiazules era perfecta, había un par de datos que confirmaban el mando en el campo. Al descanso el Málaga se fue con seis disparos a puerta, por dos de los madrileños. Caballero, que en la primera mitad sólo tuvo que frenar con una salida una llegada de Agüero, no empezó a tener algo de trabajo hasta el minutos 69 por el empuje que ponía Forlán.

El destino tenía un regalo más para el malaguismo y para un jugador que hasta ahora no acostumbraba a jugar sólo en las segundas partes. Nada más entrar, Maresca robó un balón, se la dio a Baptista y siguió la jugada hasta marcar el rechace de De Gea. Algo increíble cuando llegó, ayer una realidad. Se certificaba aún más la quinta victoria consecutiva. Era la mejor manera de reflejar que este equipo ahora va camino del fútbol total. Sólo una regularidad en un mayor espacio de tiempo a este nivel puede dictar tal sentencia. Eso y una salvación que cada vez está más cerca -el Málaga es decimosegundo y saca cuatro puntos a Osasuna- y que el martes, ante el Sporting, se puede patentar. Porque así este proyecto tendrá la oportunidad de brillar como verdaderamente promete.