Campeones de su liga (4-1)

El Málaga corona la temporada con una entretenida victoria que reafirma la octava plaza Charles rompió su sequía con un doblete, Cop marcó un buen tanto y Atsu se sumó a la goleada

Foto: JAVIER ALBIÑANA
José L. Malo , Málaga

15 de mayo 2016 - 12:02

Las fiestas, sin champán y mucha gente, son menos. El Málaga pretendía que así fuera el encuentro y a fe que lo fue. Terminó octavo, es decir, siendo el primero de la liga terrenal, la de los presupuestos similares, la de los equipos resignados a vivir en un segmento de anonimato y sufrimiento. Campeones en cierto modo. No hubo rúa ni nada similar, pero sí un rato final de euforia y celebración en el césped, jeque incluido, para escenificar el éxito de la temporada. Más que el octavo puesto en sí, la magnífica reacción tras verse en la última plaza cumplido el primer tercio de Liga. Unos 17.000 espectadores quisieron compartir con la plantilla el colofón, labrado a base de goles en un choque muy entretenido.

Quería aguar la fiesta el conjunto insular, otro que se veía en Segunda y salió del pozo de manera meteórica gracias a Quique Setién. Pero Las Palmas jugó en modo canario y no planteó serios problemas más allá de empatar cuatro minutos después de que Cop abriera la lata. El croata tiró su última piedra a la ventana de su seleccionador con un buen escorzo a centro de Miguel Torres. Quién sabe si también se despidió de La Rosaleda para siempre cuando Duda entró por él en el tramo final.

Las fiestas, insistimos, han de hacerse con las mejores galas. A ella se unió Charles, que había echado el ancla al gol hacía más de dos meses. Primero tirando el penalti por manos de Lemos. Pidió lanzarlo por aquello de romper con la sequía. Lejos de ser presa de la ansiedad, hizo un tiro de manual, al tornillo. Liberado de esa presión, rozando el final hizo su doblete, el que le permite igualar su listón en Primera (12 tantos), con otro manual, el del 9, desmarcándose a la espalda de los centrales y anotando para hacer más buena aún la gran asistencia de Duda.

Atsu, que se va a quedar con ganas de que haya tres o cuatro jornadas más, también se sumó a la barra libre de ataques en que se convirtió por momentos la defensa canaria. Mucho de culpa tuvo en ello Ochoa, quien sublimó sus prestaciones en una parada espectacular a cabezazo picado de El Zhar. Fue el Memo del Mundial, ese de tremendos reflejos. Y que permitió que del 2-2, y la consiguiente pérdida de la octava plaza, se pasara al festival final de llegadas a la portería de Las Palmas y que dejó puras estampas de júbilo, como esa ola en la grada que sólo comparece en ocasiones especiales. Se cerró el año que puedo acabar en tragedia con una buena sonrisa matutina.

1 Comentario

Ver los Comentarios

También te puede interesar

Lo último