Tenis | Estoril Open

Una lección para Davidovich

  • El tenista malagueño cae en semifinales del Estoril Open después de verse mermado por un tirón en el abdominal tras un golpe de frustración

  • Ganó el primer set 6-3 y perdió los siguientes por 2-6 y 2-6

Davidovich, en la arena de Estoril.

Davidovich, en la arena de Estoril. / Rodrigo Antunes / Efe

“Cada jugador tiene sus peleas internas, yo las tuve el año pasado y, aunque todavía no está del todo resueltas, cada vez tengo menos demonios”, decía en una entrevista reciente Alejandro Davidovich. Aún le quedan algunos por dentro. En su semana mágica en Estoril, le jugaron una mala pasada en la antesala de la que podía ser su primera final de ATP. Ganó el primer set con un notable tenis (6-3) y en el segundo estaba plenamente en partido cuando sufrió una rotura de saque tras un punto inverosímil de Pablo Cuevas, su experto rival. La frustración le llevó a golpear con violencia la bola al aire. Y sus abdominales se resintieron.

Desde ese momento (4-2), Davidovich no volvió a ganar su saque. Perdió 6-2 esa manga y 6-2 la tercera, ambos juegos sobre el servicio de Cuevas. Con calambres y con el peso de seis partidos en ocho días, la mitad ante rivales del Top 100, Davidovich se fue derritiendo. Sufrió, se mantuvo en pista. Seguramente, en una lección que no olvidará. Estuvo a muy poquito de su primera final en el primer escalón de la ATP. No dejaba de esforzarse, pero sus reservas físicas estaban bajo mínimos. Tras varios golpes magistrales, un nuevo tirón le impedía ganar un punto con 30-15 a favor y 5-2. Cojo, derrengado, Davidovich salvaba un punto de partido adverso. Pero no podía con el segundo. Indomable, sabía que tenía el partido.

Una lástima, porque el de La Cala del Moral no tenía menos tenis que el uruguayo Pablo Cuevas (número 88 del mundo). En el primer set,después de un juego sencillo para empezar, Davidovich se desajustó y las bolas se le iban algo largas o anchas. Ahí aprovechó el experto Cuevas para romper el saque del malagueño (1-3). La reacción de Davidovich fue fulminante. Cinco juegos seguidos ensartados para hacerse con el set. Recuperó con un magistral 0-40), levantó después un 0-30 para ponerse 4-3 y rompió después con 15-40. Había recuperado la frescura de piernas, estaba algo rígido al principio, y llegaba con suficiencia para dominar puntos.

Con 5-3 vino un juego largo, que hubo que masticar. Peleaban ahí los dos Davidovich, el ángel y demonio. Hizo dos dobles faltas, levantó tres bolas de break, volvió a ejecutar un saque a lo Kyrgios y, en la cuarta bola de set, después de haber celebrado una anterior que se marchó por muy poco, se hizo con la primera manga en 36 minutos.

Marchaba el partido 2-3 y el saque para Davidovich. En un competido juego, con varios iguales y ventajas para los dos jugadores, Pablo Cuevas ganó un punto inverosímil, golpeando a ciegas, una vez la bola había pasado su cuerpo. Tras el smash y un golpe de derecha de Davidovich que se marchó, con la frustración golpeó con violencia una bola. Tanta que se dañó el abdominal. Debió acudir el fisioterapeuta para tratar su dolencia. No se sabe si física o mentalmente, quizá por los dos motivos, Davidovich se marchó del partido. Y entregó los dos juegos siguientes sin apenas oposición (2-6).

El set definitivo se convirtió en una moneda al aire, con juegos para los jugadores al resto. Así fueron los cuatro primeros. Rompía primero Davidovich, pero no consolidaba. Tuvo una bola para 3-1, pero no lo hizo y entregó el juego. Acalambrado en su pierna izquierda, los problemas físicos atosigaban al malagueño, que perdía 3-2. Tuvo cuatro bolas para empatar a tres, pero no lo consiguió. Y ahí se escapó definitivamente el partido. No desistió, intentó negar la derrota, salvó una bola de partido aunque apenas podía correr. Pero el cuerpo le había dicho basta.

Pese a la derrota que le impidió competir en la final ante el emergente Tsitsipas, Estoril es un punto de inflexión, en la carrera de Davidovich. Tanto como lo fue su título junior de Wimbledo hace algo menos de dos años. El malagueño ha llegado al circuito para quedarse. “Todo el crédito para su triunfo. Jugó sin miedo, con confianza, fue mejor”, decía Monfils tras caer el viernes. Ha ganado a varios jugadores del Top 50. Aún le quedan demonios dentro, pero cada vez menos. Tenis tiene más. Mucho.

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