EDITORIAL
Toda preparación es poca ante los temporales
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Entre el clima gris y plomizo del Unicaja de esta temporada resplandece la figura de Joel Freeland, salvavidas de un equipo que no acaba de carburar. Sus actuaciones y su progresión son el principal asidero, se asiste a la evolución de un jugador de calidad superior que el Unicaja tiene a buen recaudo aunque suscita el interés, desde éste y desde el otro lado del charco. El inglés tiene contrato hasta 2014, o sea lo que queda de temporada y tres más, y su cláusula de salida asciende a 1.500.000 euros. Su fichaje fue, seguro, la mejor gestión deportiva en la era de Berdi Pérez en la dirección general. Otras no lo fueron tanto. El sueldo de Freeland es creciente cada temporada, pero a día de hoy está en el escalafón medio-alto de la plantilla, hay varios por encima de él.
Freeland ha dado un paso más bajo la batuta de Chus Mateo. De manera esporádica, Aíto le empleó como cuatro, pero es Mateo quien le ha dado continuidad y confianza para jugar en esa posición, lo que amplía el espectro de un equipo carente de altura. Cuando Archibald y Jiménez sanen, el paso lógico, si no hay más lesiones, que se maneja en Los Guindos es prescindir de Printezis y que Freeland se consolide como cuatro.
Las actuaciones del inglés, evidentemente, no pasan desapercibidas. Lleva toda la Euroliga en el Top 5 de valoración (ha doblado sus números respecto al año de su debut en la máxima competición continental) y sus progresos son fulgurantes. El jugador llamó la atención de la NBA ya hace tiempo. Fue elegido por Portland Trail Blazers en el draft de 2006 de la NBA en el puesto 30, el último de la primera ronda, cuando aún estaba en el Gran Canaria y apenas llevaba tres años jugando al baloncesto.
La franquicia de Oregon ha vigilado su evolución de cerca, Freeland ha jugado un par de ligas de verano con ella. El domingo, como no es raro tanto en Málaga como lejos del Carpena, estaba Jason Filippi, ojeador europeo de los Blazers. Pero han pasado más de tres temporadas completas desde aquella elección y Freeland, según pudo confirmar ayer este periódico, es ahora mismo libre para marcharse a cualquier franquicia norteamericana. Las condiciones económicas, al salir en primera ronda, estaban prefijadas y no eran muy ventajosas por ser al final de ella, poco más del medio millón de dólares (algo menos de lo que percibe aquí) durante tres años. O sea, que a Freeland lo sigue Portland... y muchas otras franquicias, además de algún club europeo de élite.
Ahora mismo ningún equipo norteamericano tiene opción legal sobre él y puede firmar por cantidades libres (dentro del marco del convenio colectivo). Y se ha desarrollado como jugador una barbaridad en este periodo. Freeland es sincero. "Quien diga que no quiere jugar en la NBA está mintiendo", confesaba en una entrevista hace tres semanas en este periódico. Pero ha sabido tener la paciencia necesaria para no cegarse con el brillo de las tres letras más famosas del baloncesto y trabajar en su progresión. La idea que se maneja en su entorno no es dar todavía este verano el salto, sino aguardar al menos un año más, con Freeland desarrollándose siendo jugador de referencia en un club de Euroliga. El previsible cierre patronal que dilatará el inicio de la próxima NBA ( s i no se cancela la temporada) tampoco ayuda a emprender la aventura. Es un proceso imparable que Freeland, al que le seduce mucho la idea de jugar los Juegos de Londres'12, acabe algún día en la mejor liga del mundo. El Unicaja espera que sea lo más tarde posible, pero tiene un buen disuasorio, en su defecto una importante compensación económica, en el caso de que Freeland decidiera emprender su aventura americana. Su libertad cuesta 1.500.000 euros, una cifra muy respetable.
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