Orgullo blanquiazul (1-2)

Málaga-real madrid

Pese a todos los condicionantes, el Málaga planta cara a un Real Madrid que no respiró tranquilo hasta el pitido final Genial Kameni ante Cristiano Ronaldo, al que amargó la noche.

Foto: EFE
José L. Malo

Málaga, 29 de noviembre 2014 - 21:54

Eso es lo que quiere el aficionado, que su Málaga le haga marcharse orgulloso a su casa. Hay que poner en la balanza todos los condicionantes, desde el presupuesto y las importantes bajas hasta detalles que desquician durante los 90 minutos, para entender que el 1-2 no es el marcador que se quedará grabado en el corazón de los seguidores. Los hombres de Javi Gracia pelearon, contuvieron, no desfallecieron e hicieron pedir la hora al Real Madrid. Ante el rosario de víctimas despachadas en pocos minutos que llevaba el líder encima, no es moco de pavo. Los puntos para Madrid, el honor en casa. Con esta competitividad, el Málaga se los cobrará otro día, porque la mentalidad que se ha forjado invita a ser optimistas y ambiciosos.

El blablablá de los récords se subió en el AVE. Aquí se queda la casta y ese espíritu que ha hecho germinar Javi Gracia, que ya ha demostrado que no tiene un discurso banal, sino que se limita a reflejar el cúmulo de parabienes que le demuestran sus hombres durante la semana. Sin su gran mástil, Camacho, ni dos de sus mejores velas, Amrabat y Juanmi, el barco nunca hizo aguas. El todopoderoso Madrid, que casi no bajaba de los cuatro goles por encuentro, sudó la gota gorda. Llegó a puerta, es evidente con tanto potencial, pero se encontró con un equipo y un portero que le supo poner nervioso. La imagen de la noche es la impotencia de Cristiano Ronaldo ante Kameni, soberbio, enorme, con paradas que tendrán la misma resonancia que las de Caballero el año pasado en el Bernabéu. Pero claro, lo bueno de ser el Madrid es que tras el jefe de la banda hay muchos buenos matones.

Quizá el mayor mérito del Málaga Málaga fue su entereza para nunca descomponerse. Porque, más allá de las ausencias, encajó un tanto relativamente tempranero (18 minutos) que amenazó con desmontar el engranaje. Y más con la polémica en que llegó envuelto. Con Benzema y Weligton agarrándose, fue el brasileño el que acabó sin equilibrio. En una de esas jugadas en las que parece que hay que pitar en función del damnificado, pero lo cierto es que ambos se agarraban de las camisetas y seguramente el galo fue más astuto.

Notó el mazazo el Málaga, no era para menos. Pero quizá el equipo era tan consciente de lo menguado que estaba, que se concienció de que con lo que tenía había que ir a la guerra. Y lo hizo. Sin la frescura y la multiplicidad de ocasiones que dan Amrabat y Juanmi, pero con el faro de Santa Cruz. No se sonrojó el equipo por dar prioridad al balón en largo en busca del paraguayo; con él ese juego no es una ofensa, sino un seguro de vida, porque juega de espaldas a portería como los ángeles. La tuvo Santa Cruz en una de estas que surcaba el aire, pero se ve que Casillas estaba celoso de las buenas paradas de Kameni y no le quiso ir a la zaga. Aunque fue Duda, segundos antes del descanso, el que estuvo más cerca. Precioso, precioso y fuerte su lanzamiento de falta, que estremeció el larguero y el chicle de Ancelotti en su boca. Llegaba con vida al descanso el Málaga, una suerte que no han tenido muchos este año. Con la duda de qué actitud mantendrían los de Gracia y cómo andaría el depósito de gasolina blanco se reanudó el duelo. Cristiano, a lo suyo, retó a Kameni, pero éste volvió a dejarle otro paradón tremendo para decirle que no le iba a dejar pasar a gol. Eso sí, a falta de definición, el luso se transformó en asistente; si le dio el primero a Benzema, en el segundo peinó el balón largo de Marcelo para que Bale, pura potencia, marcara ante Kameni. Habría sido el gol de la sentencia ante otro rival. Porque el Málaga ni siquiera se rindió con el 0-2 y apenas cinco minutos por jugarse. Santa Cruz, que con 0-1 no llegó a remachar un tiro de Samu que se le escurrió a Casillas, se fabricó un bello tanto abriendo para Boka, quien le dio el centro que necesitaba para superar por alto al meta blanco, que minutos antes hizo otra de las paradas de la noche ante un gran tiro de falta de Juanpi Añor. La Rosaleda no despidió a un equipo que acababa de perder, sino que anoche demostró que puede pelear el triunfo a cualquiera y en las circunstancias que sean.

No hay comentarios

Ver los Comentarios

También te puede interesar

Lo último