Peor imposible (89-68)

El Unicaja pierde el liderato, el ‘averaje’ con el Olympiacos y a Archibald con una luxación en su hombro derecho. Espectacular trifulca entre Williams y Beverley, que acabó con los dos descalificados

José Manuel Olías

11 de diciembre 2009 - 07:43

El viaje a Atenas fue una ruina. Freeland puede tener una rotura fibrilar en un muslo, Archibald se fastidió un hombro, Lima pilló una gripe. ¿Tregua de las lesiones? Ja. Se trataba de preparar el partido de Bilbao, a decir de los sentimientos previos de jugadores y técnicos. Pero el equipo llega a Vizcaya más debilitado aún de lo que llegó a Grecia. Cayó ante el Olympiacos (89-68), se dejó el liderato del Grupo B de la Euroliga y perdió el averaje con los del Pireo. Y Shammond Williams fue descalificado por pelearse con Beverley. ¿Positivismo? Bien Cook y Lewis, regresó Printezis, a buen nivel, y Freire debutó.

Al menos, hubo acción. Con el Unicaja en el partido (22-20) y mirándole a los ojos al Olympiacos, el otro baloncesto irrumpió. Con maneras pendencieras, Kleiza se había encarado con Shammond Williams después de que éste le hiciera una falta y Schortsanitis le había pegado un manotazo a Rubio luego de que éste le sacara una personal en ataque. Más tarde, Shammond Williams, obcecado tras perder dos balones, picó en el cebo de Patrick Beverley, que se convirtió en improvisado ídolo de la afición del Pireo.

El joven norteamericano le robó dos bolas y le provocó agarrándole mientras subía al ataque. Williams respondió y se montó una bronca de épocas pasadas y de las que de vez en cuando se ven en la NBA, no aquí. Empujones por aquí y allá, Williams que se va a por Beverley y descalificante para los dos. El del Olympiacos se va entre vítores, como un ídolo. Entre medias, parón de ocho minutos del juego y un vaso lanzado desde la grada impacta en el banquillo del Unicaja. Revisión a menor escala de eras pretéritas, cuando los dracmas y los mecheros volaban con frecuencia.

Es posible que no hubiera relación causa-efecto y que Williams tiene las suficientes tablas para no entrar al trapo, pero lo cierto es que el partido cambió desde entonces. Había dominado el Unicaja 12-20 tras una secuencia de triples, incluido uno de Guillem Rubio y dos de Omar Cook. Ya con la artillería pesada en pista, Papaloukas y sobre todo Kleiza, que regresaba después de padecer Gripe A, el Olympiacos marcó el territorio, esta vez sí sobre la cancha. Tarde o temprano, era una cuestión de tiempo. Parcial de 24-15 hasta el descanso después de la tángana. Superioridad absoluta en el rebote de los locales (18-7, con ninguno en ataque de los verdes). Al descanso (46-35), el interés parecía estribar únicamente en mantener al averaje (18 puntos de renta en la ida) para conservar el primer puesto del grupo.

Pero el gafe continúa, Archibald se fastidió el hombro derecho tras un choque con Vujcic cuando intentaba hacerse hueco para anotar bajo canasta. Desolador. El Unicaja acusó el golpe y el Olympiacos rozaba la renta para redondear la victoria (55-38) antes de que un parcial de 0-8 culminado por un dos más uno de Printezis reabriera el duelo. Golpeó otra vez Halperin hasta la frontera (66-48) antes de otro bocado cajista. Entre medias había debutado en la Euroliga Rafa Freire.

El de Sao Paulo, jugando como dos, anotó la primera canasta del último cuarto, con una suspensión desde cuatro metros saltando a la altura de Rakocevic (66-57). Era posible pelear por el averaje, pero el Unicaja murió por pura inferioridad física. Vujcic anotaba tras capturar rebotes en ataque sin dejar de tocar el suelo, Kleiza posteaba sin piedad a sus pares. Sin Freeland, Lima y Archibald, era una carnicería. El lituano atravesó la frontera (81-62) y poco más hubo que hacer, sino esperar al final. Un triste viaje a Atenas, con menos soldados y más dudas.

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