Deportes

Pleitesía a la excelencia

  • Exhibición España vuelve a conquistar la Eurocopa tras barrer a Italia en una final en la que apenas tuvo rival Campeones Los hombres de Del Bosque salieron con la lección aprendida del primer partido

La mejor selección nacional de la historia merecía una final como ésta. España repite como campeona de la Eurocopa tras encadenar tres títulos del máximo nivel y lo hace con una exhibición de fútbol, y goles, ante una Italia a la que empequeñeció hasta convertirla en un verdadero juguete, por utilizar un término que no tenga nada de despectivo hacia el rival. Xavi, Iniesta, Casillas, Sergio Ramos, Xabi Alonso, Piqué, Arbeloa, Jordi Alba, Cesc, Busquets, Silva, Pedro, Fernando Torres y Mata fueron tan superiores a su rival que hasta fueron capaces de quitarle toda la emoción a una gran final.

España no es campeona por casualidad, lo es por la excelencia que alcanza con su juego y por la capacidad que tienen sus futbolistas para superar el listón que sea por muy alto que éste pueda llegar a situarse. Da igual la entidad del adversario, esos locos bajitos se ponen a tocar la pelota cuando lo necesitan y llevan el juego a una situación unidireccional. El esférico siempre es de ellos cuando lo necesitan y lo llevan al sitio que mejor les conviene en cada momento sin necesidad de esforzarse en demasía. Simplemente les sale de dentro, juegan al balompié como no lo ha hecho nadie desde que este deporte fuera inventado por los ingleses.

Ahora podrá alguno apelar al aburrimiento, a la defensa con la posesión del balón, a la masturbación táctica de la que hablaron en Italia después de uno de los partidos de esta Eurocopa, a los innumerables debates que se han originado para censurar el juego de esta selección, pero lo cierto es que España, la que coloca en el campo Vicente del Bosque y que integran un montón de virtuosos, sólo merece pleitesía. Son los mejores de la historia, así de fácil y así de complicado con la de años que se lleva jugando al fútbol y la de grandes nombres de este deporte que han defendido a otras selecciones nacionales.

Pero ninguna ha sido capaz de integrar a más virtuosos en un mismo equipo y de sincronizarlos a todos para que los egos queden en segundo plano y trabajen en pos de un mismo fin. Todo eso fue lo que ayer se plasmó en el estadio Olímpico de Kiev, donde Italia recibió un soberano baño. No fue nada bueno para el rival el estreno de la primera fase, ya que no se puede permitir a los genios aprenderse la lección con anticipación. Se les puede sorprender, tal vez, pero con el método ya diseccionado es imposible.

Y España saltó al campo con todos los fundamentos de su juego. Del Bosque no cambió nada, insistió en el falso delantero y sólo quiso despistar con un inicio fugaz de Iniesta en la banda derecha y de Silva por la izquierda. Italia, en cambio, se emborrachaba con los piropos a su juego y quitaba al tercer central para tratar de plantear un partido de tú a tú a los españoles en el toque. Eso sí, con una presión muy adelantada, suicida a veces por los metros que quedaban a las espaldas de sus cuatro zagueros.

Los hombres que ayer vestían de rojo ni siquiera dieron un tiempo de tanteo, comenzaron a jugar desde el principio, a combinar sin cesar hasta que hallaban el hueco en la defensa. Con Xavi de cerebro y más líneas de pase, todo parecía fácil, tanto que el propio Xavi tuvo la primera en el minuto 10 y que el gol no iba a tardar en llegar ni siquiera un cuarto de hora. Jugada propia de la casa, pase interior a Iniesta a Cesc en el momento justo, habilidad de éste para aguardar a que llegara alguien desde atrás y centro a la cabeza de Silva, que coloca el balón junto a la escuadra. España no había tardado mucho en dejar su primera obra de arte en esta final.

Con el 1-0 a favor, ya parecía todo más o menos encarrilado, sobre todo porque el juego estaba manando de las botas de los españoles, pero ahí llegó el tramo más empinado del partido. Italia sacó su orgullo para apretar, adelantó mucho las líneas de presión y sencillamente se lo jugó al todo o nada. Eso incomodó a una España que, extrañamente, perdió más pases de los habituales y que ahí sí supo ampararse en su defensa para salir indemne a pesar de los sustos de Cassano y Montolivo a un seguro Casillas.

Pero los riesgos que estaba corriendo Italia iban a acabar de destrozarla en el momento en el que saliera alguien desde atrás en velocidad. Y a la primera que se ofreció Jordi Alba, con una espectacular irrupción, ahí estuvo el orfebre Xavi para hallar un pase milimétrico y en el momento justo. 2-0 antes del descanso, una final desprovista de toda la emoción de no suceder alguna desgracia imprevista.

Sí, pudo marcar Di Natale, pero después de un penalti clamoroso de Bonucci no pitado, y todo se acabó con la lesión de Thiago Motta. Con uno más, España se encargaría de dominar la final de una manera cercana al insulto para Italia. Cesc protagonizó varias jugadas de mérito, el balón lo monopolizaban los rojos y bastó con que entrara un delantero, en este caso Fernando Torres, para cerrarlo todo. Además, con una goleada histórica. España, esta España, provoca el orgullo de todos por la excelencia de su juego.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios