Fútbol

La Rosaleda apunta (1-2)

  • El Málaga se deja remontar un gol de Juanmi y el estadio estalla contra Schuster. Bajón físico alarmante en la segunda parte Posible mano del Athletic en el empate y roja a Portillo.

"Schuster, vete ya; Schuster vete ya", truena La Rosaleda en una fría medianoche de lunes a martes de noviembre. Gracias, Tebas. Una parte importante de los 20.000 fieles que acudieron a La Rosaleda sentenciaron al alemán, cuestionado de puertas hacia fuera, hasta ayer no en el interior. La zozobra se ha instalado en Martiricos y el clima dista de ser el adecuado para un proyecto con pies de barro deportivamente. El crédito del alemán disminuye, se pierde un partido en el que se había tomado ventaja con un bonito gol de Juanmi y la alarma, incandescente, no deja de sonar. A Pellegrini también se le cantó en Granada un día que se fuera. Es la primera vez que Schuster lo oye, síntoma preocupante. Se esperan reacciones, la deriva es muy mala. El Athletic acabó venciendo en un partido en el que la actuación de Iglesias resultó relevante. No anuló un gol con mano, quizá involuntaria pero clara, de San José que fue el empate. Y expulsó a Portillo por dos faltas inocentes, preludio del gol de la derrota de Muniain. El Athletic, sin estar súper, tomó un campo hostil para él. Y deja al Málaga tiritando.

El Málaga no tuvo el temple, tampoco el físico, para gobernar un encuentro en el que había hecho lo más complicado, adelantarse. Con Samu y Juanmi en el once, con Sergio Sánchez y Weligton de pareja de centrales, con Angeleri en el lateral. Un once distinto, esta vez obligado, de Schuster. Le cuesta al Málaga llevar la iniciativa y los rivales estudian quién genera. Tissone se incrusta entre los centrales, pero su salida de balón es pobretona. Es un apoyo, no una solución. Quien más luces tiene es Portillo. Valverde lo había preparado. Cada vez que recibía el paleño, Iturraspe y Rico se cerraban sobre él. El primero rascó alguna tibia con impunidad en un inicio agresivo. Iglesias Villanueva, tarjetero según los números, dejaba para más tarde ser fiel la estadística. Y la primera sería para Samu por una entrada sin ninguna maldad. Un clásico, la tarjeta al niño. Bien Samu partiendo desde la banda derecha, le creó problemas a Balenziaga y, cuando todo era oscuridad, sacó la linterna para explorar caminos.

La primera vez que Portillo se zafó, filtró un maravillos pase entre piernas que dejó a Juanmi ante Iraizoz. La lanzó fuera. El coíno es maestro en el desmarque y aprendiz en el control. Pero el gol se le cae. El Athletic creaba peligro a balón parado. Primero, una falta lateral con indecisiones variadas que acabó con Guillermo rematando ante Willy. Weligton salvó con su derecha sobre la raya un balón que entraba. San José remataría solo en otro balón parado cuando el primer tiempo agonizaba. Pero si la primera marcaba un punto de dominio del Athletic, la segunda cerraba un paréntesis de color malaguista.

Con los chispazos de Samu, la clarividencia menguante de Portillo, el engrase de Dardery el latente peligro de Juanmi, el foco de ataque se desplazó a la izquierda, con la conexión lusa Antunes-Eliseu. El Málaga no dudaba en emplear el balón largo como recurso. Cuando no se puede es mejor asumir la realidad. Un pared del interior con el lateral habilitó a éste, tras gran arrancada, ante Iraizoz, pero cruzó en exceso. Otro pase para Juanmi lo mandó fuera el delantero con un zurdazo desviado. Se olisqueaba el gol, el duelo era más malaguista. Y llegó con un gol raro, por inusual, tanto como bello. Weligton cruzó desde la izquierda un pase de 50 metros, Angeleri, dubitativo al principio en el lateral, cabeceó desde fuera del área sin dejarla caer y la puso en el punto de penalti. Juanmi la cazó y la mandó con la testa también a la escuadra. Que un tipo de 1.69 se anticipe así da que pensar, por más que el Athletic estuviera con 10 y sin un central porque Laporte era atendido por una herida abierta. El asunto es que Juanmi huele a gol. Y Schuster le ha dado una vida con la que ya no se contaba.

Con 1-0 al descanso la ansiedad disminuía, pero el Málaga no anclaba el partido, más abierto que en la primera mitad. Susaeta y De Marcos aportaron nervio al Athletic, Valverde quitó a un pivote y había más vértigo. El Málaga llegaba más, pero se animaba a subir con un nivel de riesgo superior al aconsejable. Sobre la mesa, doble o nada vasco, con los tres cambios ya hechos en el minuto 62. Momentos de crispación, varias situaciones de pregol en el Málaga sin que se tirara a puerta. Al tiempo, alguna contra peligrosa del Athletic sin que Willy interviniera. Tampoco lo pudo hacer en el empate vizcaíno. San José marcó con el brazo tras fallar con la cabeza. El remate, por inesperado, salió imparable. No había nadie en el segundo palo. El córner que concedió Sergio Sánchez fue evitable. Schuster, tardón en los cambios, metió a Pawlowski y Morales para insuflar algo de brío. El polaco en punta por Juanmi.

El Málaga, que empezó la temporada como un tiro y ahora renquea, se apagaba físicamente y la puntilla fue la expulsión de Portillo. Paradójico que Iturraspe no fuera amonestado y el paleño, algo ingenuo en la segunda tarjeta, tanto como riguroso Iglesias Villanueva, fuera expulsado. Y en un fuera de juego mal tirado, Ander Herrera quedó solo en la banda y Muniain tuvo fortuna en el rechace del paradón de Willy para sellar la victoria del Athletic, que tomó La Rosaleda tras más de una década. Aquello devino en tormenta y gritos de "Schuster, vete ya" como tétrica sintonía final de un lunes de noviembre para olvidar.

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