Cuando a mediados de agosto se consumó el traspaso de Ognjen Kuzmic a Golden State Warriors, que dejó un puñado de cientos de miles de euros en las arcas del Unicaja, el club malagueño debió salir al mercado de nuevo para remachar un juego interior que se quedaba cojo sin el gigante bosnio, llamado a tener una cuota significativa de minutos. El elegido fue Vladimir Stimac. Un serbio de apariencia tosca que llamaba la atención de los devoradores de baloncesto continental pero desconocido para el público medio.

Tras un complejo lío con varios agentes que pedían su comisión de fichaje, Stimac firmó por dos temporadas con el Unicaja, hasta junio de 2015. Sorprendió un tanto que se firmara por dos campañas a un jugador con raquítica experiencia en Euroliga, seis años atrás, y cuyos últimos clubes habían sido el Ventspils letón, el Nymburk checo y los turcos Olin Edirne Basket y Banvit. Hoy hay pocas dudas de la acertada apuesta por Stimac, que se ha ganado a todo el mundo en el Unicaja, desde el entrenador hasta el público pasando por compañeros y empleados. Es uno de los jugadores con los que se cuenta para la próxima temporada, para que ayude a crear esa espina dorsal de la que ha adolecido la plantilla en el último lustro.

La exhibición en Zaragoza no es la primera de Stimac, convertido en el máximo anotador y el jugador más valorado en el Príncipe Felipe. De teórico quinto pívot ha pasado a ser el tercero en minutos y casi a la par con el segundo, Fran Vázquez, que apenas juega un minuto más que él e incluso mejora ligeramente sus números. Si el serbio firma 7.3 puntos, 5.4 rebotes y 9.5 de valoración, el gallego aporta 7 puntos, 4.7 rebotes y 9.2 valoración con el plus diferencial de sus 1.2 tapones por los 0.3 del balcánico. En definitiva, los cincos suman 14.3 puntos, 10.1 rebotes y 18.7 de valoración conjuntas, las cifras de un gran referente interior. Del gusto de la socialización que defiende Plaza. Si es posible y se acuerda la renovación con Fran debería ser la pareja interior el año que viene también.

La integración en el vestuario de Stimac, muy querido también por la afición, es un factor importante también. El cuerpo técnico valora que desde que llegara perdiera una docena de kilos y fortaleciera su cuerpo con trabajo duro. Aunque no sea un jugdor demasiado atlético, su condición física ha mejorado notablemente a las órdenes de Enri Salinas. Con su novia ya instalada en Málaga con él, Stimac pretende echar raíces en la Costa del Sol. Antes de la Copa decía que no había conocido lugar mejor para compatibilizar vida y baloncesto. Y había jugado, a sus 26 años, en ochos equipos y cuatro países antes. Ambos quieren seguir su unión.