Ciclismo

Las mil caras de la Vuelta

  • La única etapa que transcurrió íntegramente por la provincia gozó de la entrega del público en el repecho final en Gibralfaro · Familias, grupos de amigos y muchos ciclistas vitorearon a Antón, Rodríguez y Gilbert

Desde tres horas antes de que Philippe Gilbert atravesase la línea de meta ya había aventureros que subían al Castillo de Gibralfaro y buscaban las sombras de los pinos. Neveras, bocadillos, y alguna nevera azul que otra, hacían compañía a los pacientes malagueños que aguardaban a que la serpiente multicolor subiese el Paseo de Salvador Rueda y el Camino de Gibralfaro.

El kilómetro cuesta arriba, al que únicamente se podía acceder andando o en bicicleta, no fue un impedimento para los enamorados de la Vuelta, que prefirieron la emoción de una subida a la comodidad de ver competir al Saxo Bank o al HTC Columbia en la Alameda, el Parque o en el Paseo de Reding.

El entregado público era diverso, desde grupos de amigos, a familias, pasando por aficionados a la fotografía. Pero, sobre todo, amantes del ciclismo con sus respectivas dos ruedas. No fueron pocos los que se enfundaron el maillot, y emularon a Sastre o a Rubén Plaza montando a "sus pequeñas hijas", como la llama Andrés Ortega, enfundado en un maillot naranja del Euskatel y un culotte del mítico Banesto de Miguel Indurain. "Mi particular homenaje al mejor ciclista que ha dado la historia de España", decía.

A Ortega le acompaña su mujer, Inés Fernández, que comentaba que solamente fue capaz de conquistarle "cuando me di a esto de la bici. Creo que no quiero preguntarle qué es lo que prefiere".

Pero no todos los amantes del ciclismo que se dieron cita a las puertas del Parador se lanzaron a subir con la bicicleta, pues "hay otros que son aficionados de sofá y para verlo en la tele, pero prefiero subir y verlo en vivo y en directo" espetaba Jaime Bandera, que iba acompañado de otros cinco amigos y llevaban tuppers de tortilla y tinto de verano para "aguantar el rato".

El picoteo lo tuvo en casa la familia Hernández, que vive en el Paseo Salvador Rueda y que salieron a ver pasar a los ciclistas, a una de las curvas que hace la subida, pues "tendría delito que circulen por casa y no dignarnos a saludar", comentaba Jaime, el padre: "Además, es un deporte diferente, bonito y a ver si a los niños les pica y se animan así a abandonar un poco la tele en verano". El padre también hacía gala de un gran conocimiento ciclista y le gustaría "ver a Purito de rojo, aunque no hay que descartar a Sastre, porque sabemos que es un grande y seguro que al final estará peleando mínimo por el podio". Sin embargo, Hernández quiso poner una pega a la tercera etapa malagueña, "que no venga más tarde, porque al principio, los ciclistas se juegan menos y por tanto arriesgan poco. Pero vamos, por lo demás todo perfecto".

El ambiente vivido fue de total festividad, en el que se aplaudía y se jaleaba todo lo que pasaba por los últimos 75 metros, ya fuesen fotógrafos en motos, guardas civiles, al alcalde saludando desde un coche oficial de La Vuelta, a unos zancudos haciendo promoción o a los últimos chicos de la organización a los que casi les pilla la ascensión de Gilbert por despistarse de las órdenes del Cuerpo Nacional de Policía.

El belga fue especialmente apoyado por los presentes por ser el primero, pero los mayores vítores fueron para los españoles que perseguían la estela del ciclista del Omega Pharma, Rodríguez del Katusha y Antón del Euskatel-Euskadi.

Menos festiva fue la jornada del concejal de Turismo y Deporte del Ayuntamiento de Málaga y de la candidata a la alcaldía por parte del PSOE, María Gámez, que a través de la red social Twitter compartieron comentarios relativos a la inversión de  Junta de Andalucía y Ayuntamiento en la carrera ciclista. Precisamente fue María Gámez la que hizo entrega a Philippe Gilbert, del maillot verde, que ejemplifica la regularidad ciclista en la Vuelta.

La espiral multicolor abandonará hoy la capital de la Costa del Sol a las 12 de la mañana desde el estadio José María Martín Carpena, para después de pasar por el Rincón de la Victoria, Benajarafe y Torre del Mar llegar al Alto de Zafarraya, puerto de montaña de segunda categoría, bajar hasta el Alto de Montelló, para subir después su más de mil metros.

La cuarta etapa acabará en Alto de Valdepeñas, después de subir el tercer puerto del día, y tras un sprint en Alcalá la Real.

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