Málaga · Valladolid

El punto del pánico (1-1)

  • Willy Caballero salva en el descuento un empate que sabe a poco y alimenta las dudas de un Málaga que no gestionó el tanto de Roque. La Rosaleda apunta sin dudar al entrenador

En el minuto 80 de partido, un sector de La Rosaleda la toma en clave de guasa con un vigilante de seguridad que no deja cambiar de grada a un aficionado con un bombo. En medio del vacile, el Valladolid lanza un córner y aquello acabaría en un disparo al larguero de Óscar. Como si el público no quisiera mirar lo que ve en el césped, como si pretendiera anestesiarse y pensar en otra cosa. Porque lo que se detecta es un conjunto moribundo que se apoya en el tridente formado por tres veteranos a los que el honor y las tablas no les faltan: Willy Caballero, Sergio Duda y Roque Santa Cruz. Ellos no quieren descender. Tampoco los demás, obviamente. Pero las piernas empiezan a temblar. En el campo, en el banquillo, en el palco y en la grada.

 

¿A quién se va a ganar si no se consigue ante el Valladolid y en casa? ¿Dónde se van a conseguir los al menos 15 puntos necesarios para la salvación si se llevan seis de los últimos 27? La grada se hacía preguntas mientras se resquebraja su comunión con el equipo y el técnico. Tissone es abroncado cuando le cambian, a Schuster se le grita de manera atronadora que se vaya cuando llega el minuto 90. El día era grisáceo pero el horario era bueno. Que La Rosaleda no se llenara resultó sintomático, indicativo del hartazgo que existe. Hay que estar a las duras y las maduras, se reclama desde el club. Aplicable a él también. Y Willy Caballero evitó que un malagueño, Javi Guerra, abriera la caja de los truenos con una prodigiosa mano abajo en un cómodo remate de volea en el minuto 93. Da cierto reparo ver a tamaño guardameta en un equipo tan mediocre. Si el Málaga se salva tendrá una enorme cuota de responsabilidad el argentino. 

La salida gaseosa del Málaga duró 20 minutos. Amrabat e Iakovenko por las bandas, Duda en la mediapunta y Roque arriba. Doble pivote Camacho-Tissone sin demasiado fútbol pero que se antoja necesario para que el equipo no se despedace. Y una zaga en la que se nota la ausencia del mejor Weligton. El ucraniano y el marroquí quizá se van contagiando de la espiral negativa, de la ansiedad que devora. Existe un salvoconducto para el gol en el peor Málaga de la historia en esa faceta. La zurda de Duda y la cabeza de Roque. Junto a las manos de Willy la santísima trinidad de este Málaga de los tormentos.

Un córner botado por el capitán fue rematado al borde del área pequeña por Santa Cruz, con cierta permisividad pucelana. Esta semana, en estas páginas, hacía el guaraní una fotografía precisa de la realidad del equipo y se mostraba optimista, tenía fe. Falta que la contagie a los demás. El paraguayo está mejor que la temporada pasada, más rápido y potente, pero el coro que le rodea desafina. Los arabescos de Amrabat necesitan hechos consumados y el cañón de Iakovenko no puede disparar como Cristiano Ronaldo a todo, aunque uno de sus misiles bordeó el gol. Pese a todo, tanto a favor en el minuto 13, en un partido de siete puntos (los tres que ganas, los tres que pierdes y el del average), lo más complicado estaba hecho. Pero el Málaga metió el trasero en su área. No parecía orden de Schuster, porque el alemán salió más de una vez demandando a sus centrocampistas que no se incrustaran entre los centrales. Pero ver a Roque Santa Cruz despejar de cabeza en el área propia sin que fuera un balón parado en el minuto 25 no era un buen augurio.

El interesante lateral derecho Rukavina colocaba a la media hora un buen centro que ni Sergio Sánchez ni Angeleri consiguieron despejar. El mal control de Manucho se transformó en espléndido pase para que Larsson batiera en el mano a mano a Willy. Hay cierta tendencia a culpar a la dupla de las cabelleras abundantes de todos los males del equipo y tampoco es así, no están debajo del nivel del resto del equipo. Pero cada palo debe aguantar su vela. Y ellos no estuvieron finos en el gol. 

Con una hora por delante y tablas, el Málaga no fue capaz de encontrar de nuevo portería. Hasta el descanso dominó el Valladolid. Tras él la clarividencia de Duda, a quien donde no le llega el físico le llega el fútbol, y el trabajo de Roque, que tuvo otros dos cabezazos para adelantar, permitieron soñar con un triunfo que no llegó. Schuster movió el banquillo pero Pablo Pérez aporta poco más allá de alguna entrada temeraria y Samu agitó algo y forzó una tarjeta pero esta vez no fue el salvador. No siempre va a serlo. El que sí lo suele ser es Willy Caballero. Óscar lanzó al larguero a falta de 10 minutos. Y en el descuento, con el partido roto, un centro desde la izquierda fue rematado por Javi Guerra y salvado por el argentino, uno de los no abundantes motivos para creer que este Málaga jugará la próxima temporada en la Liga BBVA. Hay tiempo, no es una catástrofe. Pero La Rosaleda tiene miedo. Pánico.

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